¿Radicalización?
Parecería que la sociedad exige, en lo políticamente correcto, que se tomen posiciones radicales que, sin duda, están equivocadas.
Parecería que el mundo está avanzando hacia un muy profundo proceso de radicalización. Parecería que la tendencia ahora es ser ultra de cualquiera de dos posiciones políticas que, para seguir en el gusto del público, se radicalizan de una manera monolítica.
Al hacer una disección de cualquier proceso político reciente, incluidas las elecciones de medio término en Estados Unidos, resulta que la visión del mundo se parte en dos, que o se es blanco o negro sin ninguna clase de matiz. Olvidémonos de los grises.
El votante promedio en estos tiempos fácilmente cae atraído con discursos radicales, las más de las veces de odio, pero siempre de segregación. Un nosotros, ustedes que no tienen reconciliación posible, puesto que no importan argumentos como el bien común o la sana convivencia entre seres humanos.
Ellos definitivamente están equivocados, siempre lo estarán. Nosotros, siempre estaremos del lado correcto de la historia. La razón les fue quitada a ellos, porque toda nos corresponde. No podemos ver en otros ciudadanos ninguna clase de virtud o de argumento: siempre diremos que ellos están mal. No hay más, o veneramos u odiamos (basta ver con las posiciones relativas a la marcha del domingo pasado en México).
Si a quienes ponemos como referentes de nuestras creencias cambian de opinión, nosotros lo hacemos con ella con una vehemencia que —simple y llanamente— abandonó la razón hace demasiado tiempo.
Ni a George Orwell se le ocurrieron dicotomías tan descabelladas en su novela 1984, en los que la gente instigada por los políticos en el gobierno, cualquier parecido no es una simple coincidencia, cambiaban con gran facilidad de filiaciones políticas. Parecería que hoy la sociedad exige, en lo políticamente correcto, que se tomen posiciones radicales que, sin duda, están equivocadas. Cualquier determinación de índole político que se tome desde el hígado y, sobre todo, que busque minimizar a otro (al que suelen verlo como adversario o contrario) indefectiblemente está equivocada.
Prácticamente todos los políticos se sienten cómodos en este entorno. Cubren con diatribas y descalificaciones al otro para no tener que concentrarse en sus planes, proyectos y programas. Vamos, les sirve mucho más para no tener que dar explicaciones sobre sus incumplimientos y mentiras.
Es muy fácil para muchos. Crean un caldo de cultivo según el cual aquello en lo que fracasaron es culpa del pasado; lo que no están pudiendo cumplir es porque hay una mafia que no les permite trabajar. A renglón seguido piden más tiempo para consolidar todo aquello que prometieron. No hay una sola dictadura en el mundo que no haya dicho que están en proceso de transformación, pero que por culpa de los opositores no han llegado a la meta y que si se quedan más tiempo cumplirán con los anhelos del pueblo.
Cuando son descubiertos, los defraudadores siempre dicen estar a una o dos operaciones de lograr que todo cuadrara, pero que ahora ya no podrán hacerlo por culpa de quienes los denunciaron cansados de tanta estafa.
¿Dónde están los moderados? Parecería que ellos no están de moda. Hoy con gran facilidad se les ve como tibios de esos que, según la sentencia bíblica, “deberían ser vomitados”. La moda es la radicalización, especialmente en el discurso.
Los moderados están ahí, como siempre, callados, esperando mejores tiempos. Son esos que pueden tener activismo en redes sociales, siempre a favor de sus cercanos, pero que no pasan jamás a la acción; esos que cuando son encuestados contestan lo que suponen que desea oír quien les pregunta.
No es casual, en ningún sentido, que las encuestas tengan tanto grado de error. Lo mismo en Brasil, donde se creyó en un aplastante triunfo de Lula da Silva, que al final fue muy apretado, o la marea roja en EU que, al final, tampoco se confirmó en los hechos.
POST SCRIPTUM
¿Por qué no se están rasgando las vestiduras por los derechos humanos en Qatar como lo hacían con el tema de Irán? ¿Qué pasa con su doble moral?
