¿Qué necesidad?

Ver a legisladores mexicanos comportándose como seguidores del presidente de Venezuela genera un rechazo automático. Existe un grupo de políticos mexicanos vinculados a Morena y el Partido del Trabajo quienes se solazan con su relación con Nicolás Maduro; han creado ...

Ver a legisladores mexicanos comportándose como seguidores del presidente de Venezuela genera un rechazo automático.

Existe un grupo de políticos mexicanos vinculados a Morena y el Partido del Trabajo quienes se solazan con su relación con Nicolás Maduro; han creado algo conocido como grupo de la amistad entre México y Venezuela.

La figura más visible de este grupo es el legislador del Partido del Trabajo, mucho más identificado como uno de los principales corifeos del actual gobierno, Gerardo Fernández Noroña. Este hombre se cansó de publicar y distribuir fotografías junto a Nicolás Maduro, buscando que no quede ninguna duda de su cercanía con el personaje sumamente cuestionado.

El actual gobierno de Venezuela y sus principales funcionarios están implicados en acusaciones por tráfico de drogas, lavado de dinero y otras por delincuencia organizada; entre las que se encuentran desapariciones forzadas, detenciones ilegales, así como otras violaciones a los derechos humanos.

La intención de estos legisladores es clara y evidente: mostrarse como una herramienta más de lo que hasta hace algunos años se conocía como el socialismo del siglo XXI, que en su momento fue preconizado por Hugo Chávez.

Fue una moda que no terminó de prender por toda América Latina. Se registraron algunos esbozos en Argentina, Chile y Bolivia, pero que fueron difuminándose ante la muerte de su fundador y principal promotor.

Maduro, quien tomó la bandera que dejó su antecesor, no ha buscado exportar su pensamiento ni forma de gobierno. Se ha concentrado en mantener el poder y evitar que las reacciones a sus actos terminen deponiéndolo del poder y dejando su suerte no sólo a la oposición, que tiene como figura visible a Juan Guaidó, sino de la justicia internacional. No ha tenido tiempo, visión o espacio para tratar de impulsar el sueño bolivariano de su mentor político.

Así, parecería que Fernández Noroña y quienes lo siguen en una versión moderna y recortada de los ideales de la internacional socialista, se pierden en la nostalgia del pasado reciente. Maduro y su régimen se encuentran cada vez más aislados, más solos dentro de un movimiento que no terminó de cuajar ante los fallos de sus propias administraciones.

Verlo a él y a otros legisladores jugándole al fan del presidente de Venezuela provoca una suerte de repudio automático. Ni los funcionarios de los gobiernos de Cuba o China son tan obsequiosos con este presidente. Nadie, sólo los que mantienen este grupo de amistad, ven en el líder venezolano un faro que les alcance para iluminar sus aspiraciones. Fernández Noroña, según sus dichos, pretende ser candidato a la Presidencia de la República.

¿Estas acciones lo acercan a sus aspiraciones políticas o simplemente son los gustos que puede darse un funcionario afecto a los reflectores con cargo al erario?

POSTCRIPTUM

Un sentimiento parecido al asco producen los políticos cuando quieren verse como “gente común y corriente” y recurren a subir videos cantando canciones de Juan Gabriel o preparando el desayuno.

Lejos de lograr empatía provocan risa. Si quien canta tiene un cierto parecido a Alex Lora se transforma en pasto para memes y otras burlas en redes sociales. Quien presume que los huevos estrellados le quedan perfectos no está haciendo una gracia; marcar la diferencia muestra a un hombre que cree que es superior a ese tipo de actividades.

Están tan preocupados por verse “normales” que se les olvida que no están en un concurso de popularidad, sino ofreciéndose para dar un servicio público para el que los atributos son diferentes.

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