¿Qué les pasó a los chilenos?
Un periódico mexicano de circulación nacional se preguntó ayer “¿Qué le pasó a los chilenos?”, luego de conocerse el resultado del plebiscito en el cual 60% de los votantes rechazaron la nueva constitución propuesta por el gobierno de Gabriel Boric. Se ...
Un periódico mexicano de circulación nacional se preguntó ayer “¿Qué le pasó a los chilenos?”, luego de conocerse el resultado del plebiscito en el cual 60% de los votantes rechazaron la nueva constitución propuesta por el gobierno de Gabriel Boric.
Se trata de un razonamiento profundamente simplista en el que los votantes tendrían la obligación de dar cheques en blanco a un gobierno por el que, ciertamente, votaron masivamente hace unos meses. Esa visión es contraria a la democracia. En un nivel sustancialmente superior a quien resulte el ganador de unos comicios, está el mismo procedimiento.
Los chilenos aprendieron —con innecesarias lágrimas de sangre que durante décadas les propinó la dictadura de Augusto Pinochet— que debe protegerse la democracia y la libertad de los ciudadanos de elegir lo que, desde su punto de vista, más les conviene.
Saben el valor de la división de poderes y la importancia de mantener los contrapesos institucionales que eliminen las tentaciones de los poderes unipersonales que se imponen a través de la fuerza de un pequeño círculo.
Los chilenos consideraron mayoritariamente que el mejor para encabezar el gobierno de su país era Gabriel Boric; no lo concibieron como una suerte de rey o dios que pudiera pasar por encima de todas las visiones de país que se conjuntan dentro de un gobierno democrático.
Afortunadamente, el presidente de Chile reaccionó como un auténtico demócrata. No culpó a entelequias como los poderes fácticos, los conservadores, las fuerzas oscuras; tampoco tachó como traidores o descalificó a quienes no le entregaron su voto.
Desde ayer, informó que iniciaría otro camino de creación de consensos en el cual fueran tomadas en cuenta las visiones diferentes. Entiende cabalmente que no se trata de eliminar la Constitución simplemente porque data de la época de la dictadura y cambiarla por otra que, como demostró masivamente el pueblo, no le pareció conveniente. Lo que acuerden en el camino y que derive en una nueva constitución será sustancialmente mejor a lo que hoy tienen o lo que rechazaron, puesto que se nutrirá de todas las voces que estén interesadas sin que ningún grupo trate de imponerse a los otros.
Habrá que seguir con mucho interés cuál será el mecanismo por el que lleguen a este nuevo esfuerzo por tener una carta magna que se adapte de mejor manera a los anhelos y necesidades de la mayoría de los habitantes de un pueblo que demuestra su interés por estar unido.
Los chilenos hicieron más por la memoria de Salvador Allende, con este voto diferenciado, que aquellos quienes quieren imponerse con visiones arcaicas en las cuales quien gana las elecciones se abroga el derecho de pasar por encima de quienes le entregaron un mandato, no un poder omnímodo.
Ante la pregunta “¿qué le pasó a los chilenos?”, la respuesta es muy sencilla: son un país que está convencido de la democracia y le da un valor superior al que en otras latitudes se le da a los procesos electorales, en los que se piensa que si no siguen ciegamente a un líder, se convierten en una raza de traidores. Tristemente, en México, como en otras naciones de América Latina, siguen las teorías del revanchismo, en las cuales se busca que se quiten los demás para imponerse ellos en todos los aspectos de la vida.
Gustavo Petro, recién electo presidente de Colombia, pronunció uno vergonzante: “resucitó Pinochet”.
Se equivoca rotundamente como todos aquellos quienes piensan que la política es una suma de venganzas de grupos y no el interés común de los habitantes. ¿Cuándo podremos evolucionar de estas maniqueas concepciones?
POST SCRIPTUM
¡Qué pereza el reality show del embarazo de Samy y Marianita!
Fosfito ya es todo un rockstar.
