Posiciones maniqueas
Tras el acto atrabiliario del gobierno de Daniel Noboa al ingresar a la Embajada de México en Ecuador para detener a Jorge Glas es muy fácil caer en posiciones maniqueas que en muchos casos están influidas por las preconcepciones que podemos tener de uno y otro ...
Tras el acto atrabiliario del gobierno de Daniel Noboa al ingresar a la Embajada de México en Ecuador para detener a Jorge Glas es muy fácil caer en posiciones maniqueas que en muchos casos están influidas por las preconcepciones que podemos tener de uno y otro gobierno.
No existe ninguna justificación para que el gobierno ecuatoriano haya ingresado a territorio mexicano, así se define a una representación diplomática, para detener a su exvicepresidente, quien está acusado de diversos delitos.
Pero eso no debe ser pretexto para caer en extremos ultranacionalistas como los que intentaron algunos, afortunadamente con muy poco éxito. Se debe consignar que hubo quienes, incluso, pretendieron hacer una concentración afuera de la Embajada de Ecuador en México y algún candidato a diputado propuso que se le aplicaran sanciones tanto a las empresas, como a personas de ese país radicadas en México.
En el otro lado del rompecabezas político hubo quienes acusaron al presidente Andrés Manuel López Obrador de estar recurriendo al “manual populista” de buscar un enemigo externo para alimentar un nacionalismo radical como el que usó el gobierno de Leopoldo Galtieri para tratar de evitar la caída de su dictadura en Argentina.
Noboa y su gestión rompieron con las convenciones internacionales sobre las embajadas que existen desde el principio de la década de los sesenta sin tener ninguna razón o por cuestiones netamente políticas.
Ecuador está enfrentando un tsunami de violencia vinculado con el rápido desarrollo de grupos de delincuentes internacionales, la mayoría de ellos profundamente ligados a organizaciones delincuenciales mexicanas, como el CJNG o grupos vinculados con los descendientes de El Chapo Guzmán, que iniciaron justamente cuando Glas era vicepresidente de aquel país.
Sin embargo, las acciones que tuvieron a ese hombre siete años preso y las acusaciones que han establecido las fiscalías del país sudamericano sólo competen a la justicia ecuatoriana. Desde la campaña electoral en Ecuador, la violencia vinculada con las organizaciones delincuenciales fue una constante que llegó a su punto máximo con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio.
La intromisión del Presidente de México en el proceso electoral de Ecuador generó un clima muy hostil entre los dos gobiernos. López Obrador externó sus sospechas sobre la vinculación del atentando y la decisión del pueblo ecuatoriano de hacer a Noboa su presidente, lo que fácilmente cae en la parcela del insulto.
Noboa debió haber respetado el derecho internacional y recurrir a esas vías para evitar que Glas abandonara el país sin antes haber enfrentado las acusaciones por corrupción y mala gestión pública que hoy lo tienen en prisión.
No hacerlo generó una crisis diplomática que va mucho más allá de México y la ruptura de relaciones entre ambos países. La comunidad internacional ha reprochado la acción del gobierno de Ecuador y se han pedido sanciones en su contra en las organizaciones multilaterales.
Para el gobierno de México le ha redundado en una oportunidad inigualable para externar sus posicionamientos. El Presidente ha pedido a la canciller Alicia Bárcena que presente en los organismos multilaterales las quejas pertinentes por el ingreso a la embajada por fuerzas policiales de Ecuador y le ha colgado calificativos fuera de foco.
Elegir entre buenos y malos es propio de mentes infantiles, en este escándalo diplomático es claro que los dos gobiernos actuaron mal, pero que las acciones de Ecuador no tienen justificación, precedentes ni sustento legal.
