Cada 11 de octubre conmemoramos el Día Internacional de la Niña, que, a diferencia del Día del Niño (que abarca a ambos géneros), no es una celebración, sino un llamado a la acción.
Al escribir estas líneas, me remonto un poco a mi propia niñez, donde, como niña, a diferencia de las generaciones anteriores, tuve acceso a mejores oportunidades, a una visión mucho más incluyente y menos sexista, pero sin dejar esos matices machistas que han acompañado a la humanidad por siglos y que en países como el nuestro su toxicidad es altísima.
Vivimos en un país tan machista, en el que enfada más el uso del lenguaje incluyente que un feminicidio, pero también indigna que haya un día exclusivo para recordar la situación de las niñas a nivel mundial: así de limitada la visión de muchos.
Pero, vámonos al inicio, ¿por qué existe un Día Internacional de la Niña? Básicamente, para visibilizar todas aquellas barreras que enfrentan por su edad y género, pero también por su edad.
Sin duda, la expresión más detestable y grave de violencia contra las niñas es el feminicidio. La organización Save the Children dio a conocer que, desde 2020, en México cada tres días una niña es asesinada.
En verdad no encuentro un adjetivo o palabra que pueda expresar lo que esta cifra provoca, indignación se queda muy corta, ¿salvajismo?
Violaciones, abusos sexuales, violencia intrafamiliar, trabajo infantil, embarazo temprano y un sinfín de problemáticas acompañan a las niñas cada día, en una carrera por la supervivencia.
Más de 200 millones de niñas y mujeres en el mundo sufren mutilación genital; cerca de 650 millones de mujeres contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años; dos de cada cinco niñas completan la educación secundaria; 500 millones de mujeres no tienen instalaciones adecuadas para gestionar su higiene menstrual.
¿Se imagina quién es la persona más vulnerable en nuestro país? Es una niña, sí, y es una niña indígena o discapacitada o que vive en pobreza.
Ser niña no es fácil, mucho menos cuando las instituciones y la sociedad en general está infectada de un machismo crónico y una incapacidad de lograr una sociedad donde la igualdad de género sea una realidad.
¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI esto siga siendo un tema? ¿No avanzamos nada?
Mientras la gente se siga indignando por las luchas feministas, continúen los modelos de crianza machistas y la mediocridad de que así son las cosas, estaremos fomentando un presente y un futuro doloroso para las niñas.
