Parte de un todo, no el todo

Es clave un cambio en la conciencia colectiva

Cuando pensamos que las vacunas serían el camino luminoso de esta pesadilla llamada covid-19, el gusto de sentir que todo volvería a ser igual, en cuestión de meses se fue como el viento.

Hoy estamos frente a una nueva variante del virus-19, más rápida e infecciosa. Israel advierte del riesgo de que las vacunas no sean tan efectivas contra la variante Delta. Probablemente, nos acabemos el alfabeto griego para seguir nombrando a las nuevas variantes, aunque espero que esto sólo se quede en una suposición.

Lo único certero en este escenario poco predecible es que usted y yo tengamos que volver a una vida laboral normal, aunque a la vida social tal vez no.

Pronto regresaremos a nuestro lugar de trabajo, como ya lo han hecho millones de personas alrededor del mundo, pero diremos adiós al abrazo matutino, a la charla en los pasillos y a comer juntos e, incluso, las formas para conocer personas se verán modificadas.

Sí, a pesar de que en las últimas semanas en nuestro país el ritmo de vacunación se ha acelerado mucho, no dejo de pensar en sí realmente hemos ganado la guerra o sólo es la primera batalla.

Los humanos somos ególatras, nos creemos la especie dominante, los amos del mundo, pero hoy estamos en un grave riesgo, no sólo el generado por las pandemias que, según algunos expertos, nos acompañarán a lo largo de este siglo, sino también por los grandes desastres que estamos causando a nuestro planeta.

Olvidamos que la mayoría de los virus a los que nos estamos enfrentado es resultado de la interacción positiva o negativa con otras especies como la gripe aviar, el VIH de chimpancés o el ébola en murciélagos. Tampoco debemos irnos tan lejos, covid-19, en esencia, es una enfermedad que ataca a murciélagos y pangolines.

Sí, la humanidad es una especie frágil que siempre ha estado en riesgo de extinción, pero hoy más que nunca estamos muy cerca de un punto sin retorno.

Calentamiento global, contaminación, sequías, huracanes, nevadas intensas y otros fenómenos son resultado —en gran medida— de la actividad humana, al igual que las pandemias. Estamos en un modelo que debe cambiar, si no seremos la última o penúltima generación humana sobre la Tierra.

Cambiar de modelo no es migrar del capitalismo al comunismo, sino de una visión más humana, amigable con el planeta, que concilie nuestras diferencias y nos devuelva a una visión de la humanidad como parte de un todo, no como el todo.

Éste no es un tema político o económico exclusivo, es un cambio aún más revolucionario que no sólo se debe dar a nivel de la conciencia propia, sino también a través del cambio en la conciencia colectiva.

Estamos en la cuerda floja... o cuidamos este mundo hoy o mañana nos despedimos de él para siempre.

Así de sencillo.

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