Obscenidades

La mayor universidad del país se ve terriblemente salpicada por el plagio de la ministra de la Suprema Corte Yasmín Esquivel.

¡Cuánta mediocridad y desfachatez hemos visto las últimas semanas! Resuena en mi cabeza que —hasta— Dios vomitará a los tibios y en esa lastimosa posición colocó el rector Enrique Graue a la Universidad Nacional Autónoma de México.

Nuestra máxima casa de estudios, un orgullo a nivel internacional, se ve terriblemente salpicada por el tema del plagio de la tesis de la pseudoministra Yasmín Esquivel.

Para todos aquellos que nos hemos titulado por la UNAM se nos “abarata” el título y la cédula profesional, parecería que estamos hablando de alguna universidad patito, de esas que anuncian en volantes y que terminas en 24 meses. ¡No, no y no! Millones de egresados y la comunidad académica y estudiantil no podemos permitir esa prostitución en nuestra  universidad. Sobrada razón tiene el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, al asegurar que la UNAM está evadiendo su responsabilidad.

El clímax de la mediocridad del rector Graue se expresó en decir que “aun y cuando el plagio de una tesis esté documentado”, la normatividad universitaria carece de mecanismos para invalidar el título, remitiendo a la SEP cualquier responsabilidad sobre la cédula profesional de doña Yasmín. Enrique Graue parece “olvidar” que la SEP expide la correspondiente cédula en virtud del título expedido por la entidad académica. ¿Por qué nos toman de idiotas? ¿Por qué un país tan tibio?

En épocas del rector Juan Ramón de la Fuente sí se encontraron “mecanismos normativos” para expulsar de la universidad a Alejandro Echavarría, alías El Mosh, líder del movimiento estudiantil. Aunque son temas y épocas distintas, es un claro ejemplo de que, cuando se quiere, se puede. Claro está, no es lo mismo destruir el futuro de un líder estudiantil (medalla Gabino Barreda por la excelencia académica) que la reputación de una ministra de la Suprema Corte, ¿cierto?

¡QUÉ ASCO!

Después de hacerse la ofendida y esgrimir argumentos inverosímiles, permitiéndose retorcer la lógica del tiempo y el espacio, la impresentable pseudoministra Yasmín Esquivel insiste en que no renunciará a su cargo y que “voy a continuar como siempre lo he hecho en esta función… No tengo nada de qué avergonzarme”.

Claro, buscará cobrar lo más que pueda su generoso salario y sus prestaciones. ¿Qué importa la dignidad o la vergüenza? Es más, ¿qué es eso? A individuos como ella les estorba.

A pesar de que el Consejo General de la Abogacía Mexicana (integrado por los colegios más importantes de abogados) exigen la renuncia de la ministra Esquivel, parece que a nadie le importa.

¿Estaremos frente a otro capítulo de jugar a la desmemoria de los mexicanos? ¿Los compañeritos ministros de Esquivel tomarán cartas en el asunto o se convertirán en cómplices de este cochinero?

POST SCRIPTPUM

Hoy comienza en Estados Unidos, finalmente, el juicio contra Genaro García Luna. Apuesto a que se declara culpable y busca un acuerdo de colaboración con la justicia estadunidense.

Resultará interesante ver a quiénes implica en la trama de delitos en los que está involucrado; de ellos, cuántos funcionarios siguen activos y si menciona o no al presidente Felipe Calderón.

Veremos.

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