Nuestro reflejo
El problema no es ni será la inteligencia artificial, somos nosotros y los manejos nocivos que le damos a la misma.
Una máxima de Friedrich Nietzsche podría ejemplificar muy bien los debates en torno a la utilización de la inteligencia artificial (IA): quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo.
El lanzamiento de ChatGPT alcanzó los 100 millones de usuarios sólo dos meses después de su lanzamiento, lo que la convierte en la aplicación para consumidores de más rápido crecimiento en la historia. Desde su lanzamiento, muchas son las
preocupaciones en torno al desarrollo de esta tecnología.
Elon Musk, dueño de Tesla y Twitter, y miles de expertos en tecnología advierten que la utilización de la IA puede traer consecuencias negativas para la humanidad.
¿Y los trabajos?
Un informe reciente de Goldman Sachs señala que la IA podría reemplazar el equivalente a 300 millones de empleos. Esta tecnología podría sustituir una cuarta parte de las tareas laborales en Estados Unidos y Europa, pero también puede significar la creación de nuevos puestos de trabajo que, hasta ahora, no existían, y un aumento de la productividad.
Así como sucedió con la máquina de vapor, la producción en cadena, la masificación de las computadoras y el internet, se está dando prioridad a escenarios apocalípticos imaginarios y rezagando el avance que representa para la humanidad.
Nuevos empleos se crearán y tendrán como herramienta la IA, los trabajadores podrían automatizar las tareas tediosas y repetitivas para aumentar su productividad en áreas más creativas y menos mecánicas.
A manera de ejemplo, en el ámbito médico, la IA ayudará a una mayor precisión en diagnósticos que pudieran resultar complicados y tardados, pero seguirá siendo un equipo humano quien medique u opere a un paciente.
Y sí, millones de otros empleos se perderán, como sucede paulatinamente con los cajeros, agentes de viajes, operadores de fábricas o repartidores, que son sustituidos por avances tecnológicos y fueron empleados en otras actividades.
¿Qué más nos preocupa?
Un tema trascendental es el debate ético que incluye la privacidad y la seguridad, el enfoque racista o discriminador, los ataques cibernéticos y el impacto social.
A todas estas situaciones estamos expuestos y somos vulnerables desde el momento mismo de intercambiar nuestra privacidad por un teléfono celular inteligente, muy poca privacidad queda para todos aquellos que somos parte de los millones de habitantes de las redes sociales y ni qué decir de la cantidad de información falsa, racista, violenta o con tintes políticos que consumimos cada día al scrollear en nuestros teléfonos.
El problema no es ni será la IA, somos nosotros y los manejos nocivos que tenemos. La era de la IA presenta el desafío de regular el impacto negativo de la tecnología y asegurar que los beneficios lleguen a todos los miembros de la sociedad.
Al final del día, la IA sólo será nuestro propio reflejo con todos los monstruos que nos acompañan.
