Normalizar la barbarie

Hoy vemos los crímenes de guerra que está cometiendo el ejército ruso, pero que tienen como único responsable a Vladimir Putin.

Ante los actos de barbarie que está cometiendo el ejército ruso en contra del pueblo de Ucrania, sólo queda preguntarse, ¿algún día se terminará esta actitud salvaje e inhumana que permite a gobernantes —quienes siguen ideas populistas— convertirse en verdugos de poblaciones enteras?

Después de la Segunda Guerra Mundial parecía que los países europeos habían aprendido del horror de la guerra; habían tatuado en su inconsciente colectivo que en un conflicto bélico no hay vencedores, sólo sangre, dolor y degradación.

Se creyó que se había aprendido la frase de Albert Einstein que decía que no sabía cómo sería la Tercera Guerra Mundial, pero sí que la cuarta sería con piedras y palos. Que los países, tras la caída de la cortina de hierro, habían comenzado una época sustancialmente mejor en cuanto a la comprensión de lo monstruosa que es la guerra.

Que la violencia que se registró en Sarajevo y Kosovo era un tropiezo, no más, un horrible resabio de fricciones entre pueblos que fueron obligados a estar unidos, acumulando presiones que estallaron de esta manera tan dramática. No se trataba, nos dijimos, de una tendencia, sino de un bache en la historia.

Muchos estábamos convencidos, tal vez así lo queríamos ver o nos autoengañamos, de que el mundo jamás permitiría el renacimiento de mentalidades similares a las de Adolf Hitler. Que jamás reviviría el expansionismo populista de un líder que convence a su pueblo de pisar a otro porque no tienen espacio.

Sin embargo, Vladimir Putin y la invasión a Ucrania no únicamente debe recordarnos pasajes que creíamos olvidados en la historia de la humanidad, sino que, con una repugnante bestialidad, nos refrenda que, como humanidad, no hemos aprendido nada de la guerra y su caudal de destrucción, horror y muerte.

Las acciones que está tomando el ejército ruso no son diferentes a las que aplicó el ejército nazi en Polonia en los albores de la Segunda Guerra Mundial, los intentos de justificación tampoco son muy diferentes. No puedo ver grandes diferencias entre Hitler y Putin.

Discursos mentirosos que pretenden normalizar la barbarie, mentiras lanzadas desde el gobierno para justificar lo que no tiene perdón. Sin embargo, gracias a los medios de comunicación, tenemos la oportunidad de ver en tiempo real los crímenes de guerra, por lo que los gobiernos sanguinarios tienen menores posibilidades de preservar su mentira.

Las imágenes que hoy nos horrorizan a través de la televisión y las redes sociales no son muy diferentes a las que se vivieron en otras guerras mundiales, pero sí nos dan la oportunidad de reaccionar más rápido, con mayor indignación.

Una de las razones por las cuales la Guerra de Vietnam fue tan impopular en Estados Unidos fue que los estadunidenses pudieron ver la barbarie y deshumanización de sus jóvenes compatriotas en una guerra que, como todas, no tiene sentido. Matar a otros no puede tener justificación en el mundo racional.

Hoy podemos ver, con espanto, los crímenes de guerra que está cometiendo el ejército ruso, pero que tiene como único responsable a Putin. Un ser con actitudes despreciables quien pasará a la historia del horror de la humanidad.

No podemos, no debemos, rendirnos y creer que la barbarie es una condición humana a la cual no podremos hacernos a un lado. Los dictadores tiránicos deben ser hechos a un lado si queremos un mundo, si no mejor, menos malo.

¡OTRA VERGÜENZA!

Entre los políticos mexicanos de izquierda hay una gran confusión que lleva a legisladores de Morena y del Partido del Trabajo a crear indignantes grupos de amistad con Rusia en momentos en los que su bota ahorca el cuello del pueblo de Ucrania.

Parecería que, lamentablemente, en estas agrupaciones políticas no entienden que desde la década de los noventa desapareció la URSS y nació Rusia. Que se quedaron varados en una ridícula lucha ideológica. Estos grupúsculos habitan el siglo XXI con concepciones de un pasado que fracasó hace más de 40 años.

POST SCRIPTUM

No sé si reír o llorar. La oposición en México debería plantearse estrategias serias. Eventos como la marcha del domingo pasado en la que el lema fue “terminas y te vas” sólo la ridiculizan.

Si no aceptan los índices de popularidad del presidente López Obrador sería momento de un mea culpa y analizar las propuestas de la oposición. La mayoría vacías y llenas de rencor.

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