No habrá excusas

Gobiernos asumen el costo político de las medidas a cambio del beneficio global

En China detectaron 55 casos positivos de covid-19 atribuibles a la variante Delta. El anuncio llevó a millones de personas a nuevos confinamientos, son más de 20 ciudades donde encendieron las alarmas para evitar la propagación.

Australia, Nueva Zelanda y Japón tomaron medidas similares por contagios locales y las protestas ciudadanas no se detienen. Revisar los casos activos en Hong Kong resulta ridículo y sus fronteras siguen cerradas por brotes imperceptibles.

En Francia, Alemania e Italia los ciudadanos se manifiestan por la exigencia de pases sanitarios (carnet que demuestra que están completamente vacunados) o por las medidas restrictivas para evitar la propagación de Delta. Esos gobiernos asumen el costo político y la poca popularidad que tienen estas medidas por el beneficio global.

¿Y México? Con más de 120 mil casos activos, las restricciones cada día se diluyen más; los burócratas regresan a sus escritorios y los alumnos a las aulas —pese al crecimiento exponencial de los contagios—,  las pachangas en Texcoco continúan y nadie pagaría el costo político de nuevos confinamientos o medidas restrictivas. Parecería que importa más la popularidad que pertenecer al top 4 de países con más muertos por covid-19.

Los detractores de las medidas restrictivas pueden argumentar que Estados Unidos tampoco cerrará con más del doble de contagios y muertes. ¿La diferencia? Estados Unidos tiene a 70% de su población vacunada con al menos una dosis. ¿Nosotros? Apenas alcanzamos 20% de la población vacunada con el esquema completo. Realidades contrastantes.

En 2020 podíamos argumentar que nadie sabía lo que sucedería. La mismísima OMS declaró la pandemia con retraso y el virus nos demostró lo vulnerables que somos. Se podía justificar, no podíamos imaginar lo que pasaría.

En esta tercera ola ningún gobierno tendrá excusa por no tomar las medidas necesarias para contener esta desgracia.

LA OTRA PANDEMIA

Es urgente atender la crisis de salud mental a consecuencia de la pandemia. Depresión, ansiedad, alteraciones en el sueño e incluso suicidios son consecuencias visibles de esta crisis que afectada a todos por igual, pero las terapias y otros recursos no son democráticos.

Es otra arista que pone de relieve la discriminación y la desigualdad para hacer frente al coronavirus y nuestras opciones para recuperarnos.

Mención especial tienen los niños. Si bien, no existe una cifra exacta de los huérfanos por la pandemia, Save the Children asegura, de acuerdo a datos de The Lancet, que 862 mil 365 perdieron a sus padres, a uno de ellos o a un cuidador a consecuencia de la pandemia.

Sudáfrica, Perú y Estados Unidos encabezan esta lista. México ocupó la sexta posición, después de India y Brasil. La misma organización estima que las consecuencias de la orfandad son mayor propensión a problemas de salud mental, violencia física, emocional, sexual y pobreza. Las consecuencias no cesan ahí, también incrementa el riesgo de suicidios, embarazo adolescente, enfermedades infecciosas y crónicas.

Hasta el momento no he escuchado a ningún representante de ningún gobierno a nivel mundial darle el peso e importancia que este tema requiere. La “generación covid” tendrá severas consecuencias si no se toman medidas al respecto.

POST SCRIPTUM

Repetiré hasta la náusea que aquellos irresponsables que rehúsan vacunarse serán los culpables de más fuertes variables de covid. Su “libertad” convierte a sus organismos en el laboratorio perfecto para perpetuar la pandemia y, alguna variable, evadir la inmunización que otorgan las vacunas.

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