Make America Great Again!

Hace ocho años, en la previa de la contienda electoral en Estados Unidos, yo fui de aquellas sesudas que aseguró en un principio que sería imposible que un excéntrico bravucón como Donald Trump pudiera siquiera acariciar la candidatura republicana para la presidencia ...

Hace ocho años, en la previa de la contienda electoral en Estados Unidos, yo fui de aquellas sesudas que aseguró —en un principio— que sería imposible que un excéntrico bravucón como Donald Trump pudiera siquiera acariciar la candidatura republicana para la presidencia de Estados Unidos. Meses después y al constatar la mediocridad y falta de carisma de Hillary Clinton, fui de las primeras en asegurar que Trump sería el presidente.

Hoy, sin temor a equivocarme, sé que Donald Trump arrasará en los comicios de Estados Unidos en 2024; volverá a la presidencia con más poder, más ira y más discursos de odio. Volverá a ser el rockstar que pone en jaque a la política internacional con sus desvaríos. Y, probablemente, uno de los pocos en Estados Unidos que se atreve a criticar de frente y por todo lo alto los actos criminales de Benjamin Netanyahu.

¿Y cómo no ganaría la presidencia Trump si su contrincante demócrata está en un estado inaceptable de decrepitud? Joe Biden se consagró como un líder débil, tibio, golpeado por la crisis de la pandemia y, a últimas fechas, con problemas físicos y psíquicos propios de su edad. Ni hablar de su compañera de campaña y actual vicepresidente, Kamala Harris, una mujer que encarnó el sueño de millones y hoy es una vergüenza para las luchas feministas. En tres años transitó de ser un icono a convertirse en un florero (me recuerda mucho a una secretaria de Gobernación a principios de la actual administración).

No termina de sorprenderme que el Partido Demócrata no se encuentre a marchas forzadas apuntalando a un candidato capaz de competir en la contienda. El siempre genial Friedrich Nietzsche decía que “hay hombres que se las dan de buenos, pero en realidad es que no les funcionan las garras”, y no encuentro una mejor descripción para Joe Biden. ¿Cómo es posible que el partido de Roosevelt, Kennedy, Lyndon B. Johnson, Bill Clinton y Obama se conforme con Sleepy Joe? ¡Caray!, en sus filas estaba el fantástico Bernie Sanders. ¿Qué está pasando?

Y es que Trump, con todo y sus cinco causas judiciales, está a la cabeza en las encuestas a un año de las elecciones. Donald Trump supera a Joe Biden en cinco de los estados “bisagra” (Nevada, Georgia, Arizona, Michigan y Pensilvania) en los que el demócrata venció en las más recientes elecciones. El republicano supera por entre tres y diez puntos a Biden en aquellos estados.

Lastimosamente, para aquellos que fantasean con ver a Donald Trump tras las rejas, hay que recordarles que el magnate, aunque fuera encontrado culpable o estuviera en la cárcel, podría contender por la presidencia de su país (no hay ninguna legislación vigente que se lo impida). Siendo honestos, los juicios en su contra sólo lo convierten en un mártir para sus seguidores y la exposición mediática que obtiene es mejor que cualquier publicidad pagada.

POST SCRIPTUM

Es increíble que uno de los pocos líderes que se atreve a cuestionar la masacre en Gaza sea el impresentable presidente turco Erdoğan al asegurar que “Occidente es el principal culpable de la masacre”. Es criminal el silencio de las potencias occidentales y la incapacidad de Naciones Unidas frente a la devastación de la que es víctima el pueblo palestino.

Martin Luther King decía: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que sí me preocupa es el silencio de los buenos”. Yo agregaría: “de los que se las dan de buenos”.

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