¿Las mujeres facturan?
La mayoría de nosotras en México limpia, cuida y alimenta sin ninguna retribución.
La canción de Shakira donde menciona “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” dominó la conversación social de las últimas semanas, desde mujeres que lo tomaron como un himno hasta quienes la ponen como una persona ardida y despechada. La realidad es que ella sí ha facturado y monetizado con su tragedia personal.
En México, ¿las mujeres facturamos? ¿Eso es una realidad o dónde estamos paradas? Son innegables los avances en la búsqueda de la equidad de las últimas décadas. Sin duda, hemos alcanzado posiciones y derechos que no hubiesen soñado nuestras abuelas, pero falta mucho camino por recorrer.
En realidad, limpiamos
Y no, en México las mujeres no facturamos. La mayoría limpiamos, cuidamos y alimentamos sin ninguna retribución. Perdemos (o regalamos) miles de horas al año en labores domésticas, horas que se podrían monetizar con trabajos remunerados.
Las labores domésticas, como alimentación, limpieza de la vivienda, administración del hogar y cuidado de los hijos representan más de una cuarta parte del PIB nacional, pero son labores por las que las mujeres no reciben ninguna compensación económica.
De acuerdo con el Inegi, las mujeres aportamos 2.6 veces más valor económico que los hombres por las actividades domésticas y de cuidado al hogar no remuneradas.
En lugar de facturar, como diría Shakira, limpiamos, lavamos trastos, alimentamos y cuidamos.
Si estas horas dedicadas al trabajo doméstico se retribuyeran, de acuerdo con el Inegi, representarían 71 mil 500 pesos anuales a las mujeres y sólo 28 mil 800 pesos anuales a los hombres.
Es cierto que lo mismo sucede a nivel mundial, pero eso no implica que deba normalizarse ni perpetuarse un sistema que confiere por “designio divino” (por aquel absurdo de la costilla de Adán) esclavitud sin paga a las mujeres. La carga social de cuidados y las mal llamadas “labores del hogar” son realizadas mayoritariamente por nosotras.
Esta simple distribución de las labores, tan arraigada culturalmente, le otorga a los hombres la enorme ventaja de dedicar esas mismas horas al trabajo asalariado y al emprendimiento. Ellos pueden dedicarse a facturar, mientras que es una mujer la que cuida a sus hijos, su casa y a ellos mismos. En México 30% de las mujeres no tiene ingresos propios, o sea, tres de cada diez dependen de un hombre para subsistir.
En México las mujeres facturamos hasta 18% menos que los hombres, la diferencia sigue siendo abismal. Esto demuestra que, en el ámbito de los emprendedores, todavía faltan muchos pasos por dar.
Desafortunadamente, las mujeres económicamente activas se dedican más al trabajo asalariado que a cualquier actividad independiente que implique facturación; 55% de las mujeres mexicanas trabaja en la informalidad.
¿Qué sucede con los micro y pequeños negocios en México? Sólo 41% de los emprendimientos son dirigidos por mujeres; de ellos, más de 50% se enfoca en comercio.
De acuerdo con Naciones Unidas, al actual ritmo de progreso, podrían pasar otros 286 años para garantizar que las mujeres y las niñas tengan los mismos derechos y protecciones que los hombres. Si no generamos y aceleramos el cambio, el acariciado sueño de la equidad no lo vivirán ni nuestras hijas ni nuestras nietas.
