La tormenta perfecta

Detrás de tantos números y reportes, hay algo más importante, personas como usted o como yo

La semana pasada el Coneval dio a conocer su medición de pobreza para 2020, en el documento se plasma un comparativo de 2018 a 2020, a través de cifras nada alentadoras.

Un aumento de 8.7% a 10.8% en pobreza extrema, que se traduce en 4.6 millones de personas. La pobreza de ingresos pasó de 51.9% de la población a 55.7 por ciento. ¡Más de la mitad del país! Las cifras ponen en evidencia la incapacidad de los programas actuales para reducir la pobreza en uno de los países más desiguales del mundo. Sí, nuestro México.

Ni mencionar a las personas que no tiene acceso a servicios de salud ¡en plena pandemia! En 2018, representaban 16.2% de la población, en 2020, 28.2 por ciento. Uno de cada cuatro mexicanos no tiene servicios de salud dignos.

Las cifras son frías, pero responden a una realidad que millones de personas enfrentan cada día. Recordemos que detrás de tantos números hay algo más importante, personas, como usted o como yo, a las cuales ni este gobierno ni los anteriores les han cumplido el compromiso de mejorar sus condiciones de vida, sobre todo su acceso a alimentación, salud, educación y servicios básicos.

La pandemia tuvo un impacto terrible en la economía del país durante 2020, pero también mostraba una desaceleración evidente desde 2019. Sí, la pandemia puede ser una causal, pero no una justificación. Porque lo mismo tenemos la crisis financiera de 2008 o el error de diciembre y vendrán más crisis cíclicas que no pueden justificar el enviar a más millones de personas a las filas de la pobreza.

De por sí la medición multidimensional del Coneval es mucho más alentadora a la hora de cuantificar la pobreza que la cifra dura de las personas que viven con menos de 1.90 dólares al día (medida con la que el Banco Mundial identifica la pobreza extrema).

Las transferencias monetarias condicionadas nunca han servido para combatir la pobreza, sólo son un paliativo, una dádiva gubernamental con más fines electorales que otra cosa (a pesar de los comentarios positivos de organismos como el Banco Mundial o el FMI).

De acuerdo a la experiencia mexicana y latinoamericana, este mecanismo de ayuda no consigue sacar de la pobreza a la población. En algunas ocasiones y a lo sumo, los beneficiarios cambian de estatus y de “pobres extremos” se convierten en “pobres moderados”.

Son programas que permiten perpetuar el ciclo de pobreza debido a que es más accesible recibir las transferencias a generar un ciclo de productividad.

Resulta indispensable que los países en vías de desarrollo, con la mayor proporción de pobres, implementen reformas integrales y políticas públicas que engloben salud, educación de calidad y empleos dignos que permitan a la población beneficiada salir del círculo vicioso de la pobreza.

Para que los programas públicos de combate a la pobreza tengan éxito, es urgente dotar a las familias beneficiadas de autosuficiencia en todos los rubros y dejar —a largo plazo— la dependencia de las dádivas gubernamentales, de por sí insuficientes.

Mientras la brecha de desigualdad y marginación crece de manera alarmante, la autoridad federal tiene otros datos y asegura que los mexicanos tienen mucha fe.

¿Quién come o tiene agua potable o medidas sanitarias por “su fe”?

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