Hacia el fracaso del multilateralismo

Hay dudas del éxito de la reunión en Glasgow

En las últimas semanas, el mundo volvió a retomar aún más las actividades pausadas  la política internacional no es la excepción.

Este fin de semana se reunieron en Roma, Italia, los líderes y representantes de las economías más ricas y emergentes del mundo, a pesar de los grandes ausentes como China o Rusia, quienes prefirieron unirse de manera virtual debido a las restricciones de la pandemia en sus respectivos países. El famoso club de los 20, el G20, reunido con la intención de reactivar la economía mundial.

Como era de esperarse —sin la presencia de Rusia y China—, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, fue la estrella de la reunión. Tomándose fotos por doquier, posando con gran seguridad y, sobre todo, llevando el control como el protagonista de le reunión por default.

¿Conclusiones, avances o logros? Muy pocos realmente, pareció más una reunión de gente elegante en una colecta para una casa hogar, un dispensario médico o cobijas para la temporada invernal. A lo sumo, la reunión de donantes de una fundación internacional.

Enfrentar la crisis económica, covid-19, medio ambiente, impuestos y otros temas fueron discutidos en el seno de la reunión, pero sin acuerdos relevantes, donde pretextos sobraron y los argumentos fueron poco contundentes. Los llamados del G20 ya no convocan ni a sus propios ministros.

Incluso el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, declaró irse de la Cumbre de Roma sin sus expectativas cumplidas, pero al menos no quedaron enterradas. Pero la Cumbre del G20 fue sólo la antesala de una reunión aún más relevante, la COP26, la Cumbre de la ONU sobre el cambio climático. Sí, la número 26 y, evidentemente, la pregunta obligada es: ¿para qué han servido las otras 25?

Su objetivo principal: impedir un incremento mayor de 1.5 grados el calentamiento del planeta. Pero, ¿acaso no estamos un poco tarde, luego de que la temperatura aumentó 1.1 grados debido a la actividad humana? ¿Estamos buscando detener una catástrofe inminente?

La solución pareciera simple, reducir las emisiones de CO2 en 45% para 2030, algo realmente complicado, sobre todo cuando la mayoría de éstas provienen de los países más industrializados, quienes difícilmente accederán a reducir su crecimiento en aras de la supervivencia del mundo.

La ONU advirtió que de no tomar estas medidas, la temperatura aumentará 2.7 grados a finales de este siglo, con consecuencias devastadoras para la humanidad.

Me encantaría no ser pesimista, pero dudo que la reunión de Glasgow logre compromisos relevantes, cuando los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, China y Estados Unidos, se encuentran en medio de una guerra comercial por la supremacía mundial, que cada día apunta a un mundo bipolar dominado por China, cuyo modelo de desarrollo no es exactamente el más amigable con el medio ambiente.

La humanidad se encuentra en camino a la extinción, simplemente desapareceremos. Sin un compromiso realmente relevante de las empresas que son las que más contaminan, lo poco que usted o yo podamos hacer será irrelevante.

El multilateralismo, como la humanidad misma, está en crisis también y en peligro de extinción. La fórmula se está agotando, los países cada vez están menos convencidos de la cooperación internacional cerrándose cada vez más, hasta un punto donde la negociación y la diplomacia se caen a pedazos. La foto del recuerdo es lo más relevante de estas reuniones.

La pandemia nos enseñó que cada país debe rascarse con sus propias uñas, pero también que lo que pasa hoy aquí tiene repercusiones globales. Ya no podemos cerrar los ojos frente a un fenómeno donde las fronteras sólo son imaginarias.

De todo este decepcionante escenario, cabe destacar el excelente desempeño del canciller Marcelo Ebrard, quien dio cátedra de una diplomacia activa, firme y contundente, quien no sólo puso sobre la mesa los intereses de nuestro país, también de la región latinoamericana y de países al margen del desarrollo.

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