Habitar en el Olimpo

Hace tan sólo un par de meses veíamos en México un fenómeno interesantísimo; comentócratas, periodistas, analistas y políticos aseguraban un triunfo inminente de Xóchitl Gálvez, los más atrevidos o lambiscones la llamaban “la presidenta”. Lo irónico es que ...

Hace tan sólo un par de meses veíamos en México un fenómeno interesantísimo; comentócratas, periodistas, analistas y políticos aseguraban un triunfo inminente de Xóchitl Gálvez, los más atrevidos (o lambiscones) la llamaban “la presidenta”. Lo irónico es que nadie, salvo Massive Caller, daba sustento a tremendo delirio. No existía una sola fuente confiable que siquiera acercara a Gálvez en intención de voto a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum.

El desfile posterior a los resultados fue más penoso aún: en un acto de cerrazón, decenas de personajes cuestionaban la legitimidad de la elección y torcían a placer la realidad para que cupieran sus erróneos vaticinios.

Otros tantos continúan haciendo análisis con frases tales como: “la gente no entiende”, “compraron a las personas con…”. Me preguntó seriamente si estos sesudos personajes cuando se refieren “a la gente” o “a las personas”, ¿a qué conjunto pertenecen ellos? ¿A los pingüinos? ¿O habitantes del Olimpo? ¡Quién sabe! Despersonalizarse y llamar a los otros “la gente” puede ser uno de los actos más arrogantes jamás vistos.

DELIRIOS

Fenómeno semejante es el que se está viviendo en Estados Unidos en estos momentos. Resulta sorprendente que la potencia hegemónica se esté cuestionando la pertinencia de mantener a Joe Biden como el candidato demócrata para vencer a Donald Trump.

A finales de junio, nuevamente se encontraron de frente el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el candidato republicano, Donald Trump. Sin duda, uno de los debates más vistos a nivel mundial, pero también el más deplorable a la fecha.

Donald Trump, un artista de la palabra y la confrontación, hizo pedazos a un Biden que, más que provocar decepción, causó preocupación por sus desatinadas respuestas y desempeño, pero aún más por su semblante y raciocinio.

Esa noche no sólo se confirmó lo que la mayoría de la opinión pública nacional e internacional pensaba, también pusieron de manifiesto la cordura de Biden y su capacidad para dirigir a la nación norteamericana por cuatro años más.

Lo más grave no es lo absurdo que pudo parecer el debate, sino la necedad de Biden de participar en un proceso donde sus propuestas pasan a segundo plano y se cuestiona su salud física y mental para, al menos, acabar este periodo.

Michelle Obama y Kamala Harris son nombres que suenan en las filas demócratas para sustituir a Biden, pero la primera nunca ha estado interesada en el cargo, mientras que la segunda se mantiene al margen en su papel de florero, tal vez para no incomodar a su jefe.

Parecería que están atrapados en una caja de resonancia donde su propio eco les dice que el presidente de Estados Unidos podría volver a vencer al magnate republicano. ¿No han visto los lapsus del señor? ¿No presenciaron el mismo debate en CNN que millones de personas? Lo que es claro es que el equipo íntimo al presidente Biden no quiere soltar lo más cercano a la presidencia del mundo, aunque eso lleve al Partido Demócrata a su más lamentable derrota.

Pareciera que los mismos que imaginaron que Xóchitl Gálvez y sus excentricidades conquistarían al electorado asesoran ahora las elecciones en Estados Unidos.

¿EL GANÓN?

Aunque faltan algunos meses para la elección estadunidense, todo parece indicar que el único que gana con los lapsus de Biden, la fractura e indecisión al interior del Partido Demócrata, es Donald Trump. Los cuestionamientos sobre la capacidad del presidente y la incertidumbre de los pasos a seguir dejan en un segundo plano las mentiras y escándalos de Trump.

Claro, no todo está dicho. Un ejemplo es la reciente elección en Francia, donde todo indicaba el triunfo de la extrema derecha y, de un momento a otro ese anhelo se quedó en el aire, afortunadamente.

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