El nuevo rostro de la izquierda

Gabriel Boric rechaza las posturas radicales.

En tiempos en los que parece que el radicalismo es la única vía de la política, en la que gobernantes populistas y autoritarios parecen ser el camino seleccionado por la mayoría de la humanidad, con todo y sus nefastas consecuencias, llama la atención que algunos países, como Chile, estén recurriendo a una vía mucho más moderada y constructiva.

Gabriel Boric, electo presidente, llama mucho más la atención, aun con su juventud, por ser un nuevo rostro de la izquierda latinoamericana que parece que en fórmulas sacadas de la década de los 70 intentan responder a los retos de la segunda década del siglo XXI.

Mientras que presidentes como Andrés Manuel López Obrador, Daniel Ortega, Pedro Castillo, Nicolás Maduro y algunos otros buscan en libros del pasado, que por momentos caen en los sótanos del totalitarismo, Boric significa una opción diferente, más fresca y cercana a una realidad en la que el mundo se divide en dos: los que están a favor o en contra de alguna causa y eso parece que les coloca en posiciones irreductibles, agresivas y poco racionales.

Si bien Gabriel Boric es un hombre formado en las luchas estudiantiles en Chile y podría caer en la tentación de radicalizarse, ha sido especialmente cuidadoso en formar alianzas con diferentes sectores de la sociedad y rechazar de manera tajante las posiciones radicales.

Al referirse al caso venezolano, por ejemplo, dijo que había sido un experimento que había fracasado, un mensaje que permite saber con claridad que, bajo su mando, Chile no regresará a una dictadura, como la que en su momento tuvo con Augusto Pinochet. No hay gran diferencia entre un dictador de izquierda o de derecha.

Boric no incluyó en la lista de invitados al dictador de Nicaragua y muchos dudan en que haga lo mismo con el dictador cubano, puesto que quiere marcar una sana distancia con los movimientos absolutistas de izquierda, que han venido recorriendo América Latina. Se está separando del discurso que busca castigar a las élites con un sentido de venganza social; ése que les invita a hablar de privilegiados o cuestionar sus ingresos sólo por el hecho de que les parecen elevados. Un discurso que suena más a resentimiento que a justicia social.

Recientemente dijo en una entrevista: “No espero que las élites estén de acuerdo conmigo, pero sí a que dejen de tenernos miedo”, y toma acciones para tratar de convertir en acciones sus palabras. Su gabinete es mayoritariamente femenino, e incluso algunos de los miembros que serán nombrados el 11 de marzo, cuando tome posesión, no son del grupo político que impulsó su candidatura.

Parecería que el gobierno de Gabriel Boric representa a una generación que busca romper con el pasado con los ojos hacia el frente, un cambio radical en contra de la mayoría de gobiernos de izquierda en América Latina, donde sus dirigentes incluso quieren ajustar cuentas con el pasado virreinal en lugar de hacerlo con los grandes temas que plantea la realidad mundial.

Lo relevante será determinar si Gabriel Boric representa una nueva forma de hacer política de izquierda en el mundo, mucho menos radical y más incluyente, que busca un cambio social por la suma de muchas minorías o simplemente se trata de un error estadístico.

En México, hay candidatos dentro de la izquierda quienes, a pesar de la dominación ideológica que representa Morena, ellos sí podrían implicar una diferencia en la que cambie la relación con las élites desde el arranque de la inclusión.

POST SCRIPTUM

Movimiento Ciudadano finalmente tomó, con gran inteligencia, una decisión que les hubiera traído más problemas que ventajas. Haber mantenido a Roberto Palazuelos como candidato de Movimiento Ciudadano, a pesar de sus confesiones de haber participado en actos donde murieron seres humanos, amenazar públicamente que tomaría lista de sus opositores, ajustaría cuentas cuando llegara al gobierno estatal y una frivolidad ofensiva, hubiera cerrado la puerta del avance de ese partido político como opción electoral. Festejemos que la razón reinó.

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