¿El día de la libertad?

La decisión de vacunarse es una obligación, hay más evidencias de los beneficios que de las contraindicaciones

Las imágenes de miles de ingleses celebrando “la libertad” desde los primeros minutos de ayer conmueven profundamente y nos llenan de esperanza, aunque, en el fondo, la mayoría guardamos cierto grado de pesimismo, ya que con esta pandemia cada día se presentan situaciones que complican todo aún más.

Eliminar la mayoría de las restricciones por el confinamiento, volver a ver los rostros sin mascarilla y las inmensas filas sin sana distancia devuelven la esperanza del mundo que perdimos hace más de 18 meses. Un déjá vu de una época donde se respiraba sin temor, donde los besos, abrazos y muestras de cariño eran algo habitual.

Desde el inicio de la pandemia, el otro no es un completo extraño nada más, es ahora un “enemigo” que amenaza nuestra salud y nuestra propia existencia, lo cual podría revertirse si en verdad hemos vencido al virus.

Cual viralizan los jóvenes en redes sociales: “Éramos felices y no lo sabíamos” se volvió una frase que nos acompañará por décadas, probablemente, pero también nos trae una reflexión mucho más profunda del hoy. Las mismas imágenes producen miedo; la cautela y el temor de volver a la vulnerabilidad y la sombra de nuestra mortalidad. Ya no estamos dispuestos a vivir así, aislados, con miedo y medio viviendo porque el mundo no sólo es nuestra casa y nuestro núcleo familiar, hay interacciones que nos caracterizan como seres sociales que desde hace más de 18 meses están encadenadas.

Si bien ha habido países que relajaron las medidas de prevención este fin de semana, Reino Unido se volcó en dos días de fiesta y euforia que contrasta con el confinamiento al que fue sometido su primer ministro, Boris Johnson, por estar en riesgo de contagio, pese a ya haber contraído la enfermedad y estar vacunado.

La realidad es que “la libertad” en Reino Unido nos servirá de experimento de laboratorio para el resto del mundo. Veremos si es posible coexistir con virus sin incrementar las muertes y hospitalizaciones. La apuesta inglesa es aceptar que el coronavirus no se irá y confiar en que la inmunidad de rebaño convierta los brotes en una suerte de gripe o influenza, sin hospitalizaciones y sin muertes. Es una apuesta, sí, pero, como en todas ellas, hay un riesgo y la ganancia que va más allá de dinero o premios, estamos jugándonos la vida misma.

¿La contraparte? Los científicos temen que esta apertura aumenté exponencialmente los contagios y, con ello, puedan producirse cepas más agresivas —como sucedió con Delta— y que evadan la protección de las vacunas, por lo cual tratar de volver a la vida que teníamos en 2019 puede ser arriesgado e incluso peligroso, por lo que los gobiernos deben buscar reactivaciones paulatinas y las personas esperar un poco más a que realmente haya evidencia de que esta pesadilla terminó.

El otro lado de la moneda

En Francia, la sociedad está polarizada por el pasaporte sanitario. Un documento que será requisito para ingresar a cualquier recinto público (restaurantes, hoteles, hospitales, transporte, museos y demás) y que comprueba que el portador cuenta con el esquema completo de inmunización.

Miles de franceses se apoderaron de las calles para protestar. Algunos aseguran que eso los convierte en un régimen dictatorial, que está contra su libertad, que discrimina, que es un apartheid. ¿Y qué debemos hacer? ¿Continuar confinados y vulnerables por el grupo que decide no vacunarse? ¿La libertad de estos individuos de no inmunizarse les permite ponernos en riesgo al resto de la humanidad?

Yo, que estoy vacunada, ¿tengo que viajar junto a alguien que se rehúsa a vacunarse por un cúmulo de excéntricas ideas? ¿Dónde termina su libertad y comienza la mía?

Este tema va más allá de una libertad, vacunarse es una obligación, por más que los movimientos antivacunas promuevan lo contrario. Existen muchas más evidencias de los beneficios de la vacunación que contraindicaciones.

Puede haber riesgo, claro, el mismo que tiene al manejar, al salir a correr o ir a una fiesta, pero, ¿qué pasa si usted no quiere salir a correr? ¿Ir a una fiesta? ¿No ir a la escuela?

Simplemente usted se quedará en casa a consecuencia de su decisión, así con las vacunas. Ninguna libertad está por encima de la vida, si no le interesa la suya, por lo menos recuerde que no habita solo este planeta.

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