Despierta el gigante
China ya es la mayor potencia económica del mundo, con lo que se adelantóa las proyecciones
El mundo que conocimos hace 20 años, diez o incluso cinco es totalmente diferente y salió de muchas de las predicciones o pronósticos esperados.
Vivimos en medio de una pandemia que parece no tener un fin, pero esta semana fuimos testigos de uno de los hechos que todos veíamos próximo: China es el país más rico del mundo.
De acuerdo con el McKinsey Global Institute, el patrimonio neto mundial se triplicó en los últimos años de 156 billones de dólares (bdd) en el 2000 a 514 billones de dólares en 2020. De esto, un tercio es atribuible a China. La riqueza del país asiático pasó de siete bdd a 120 bdd.
Algunos pensaban que sería en 2025, otros, en 2030, pero a finales de 2021 la potencia asiática se convierte en la primera potencia económica del mundo. Claro, Estados Unidos tiene la supremacía militar, pero por primera vez desde que surgió como potencia es rebasado por un solo país.
El mundo vuelve a equilibrarse, a ser bipolar. Sí, así como en la Guerra Fría, la corona del capitalismo y del comunismo del mercado se enfrentan en una batalla declarada desde hace muchos años, donde el rival rojo no es como aquel que emergía tras la Segunda Guerra Mundial. No, este otro lado de la balanza es mucho más poderoso, rico y competitivo.
¿Qué le queda a Estados Unidos? Buscar alianzas regionales antes de que China acabe de comerse su mercado y quede supeditado a la supremacía asiática.
En este contexto, y sin esperarlo, el presidente Joe Biden tuvo el apoyo de quien menos esperaba o, tal vez, a quien siempre subestimó, a pesar de su discurso de amistad: México, su vecino del sur.
Pragmatismo con principios
En la Cumbre entre Estados Unidos, México y Canadá, Andrés Manuel López Obrador demostró ser todo un estadista con la propuesta de hacer de Norteamérica, y de todo el continente, una región mucho más integrada económicamente para hacer frente a China. Sorprendió cuando expuso el avance económico y la influencia china a nivel global.
Por primera vez en este siglo un presidente mexicano llegó a Washington D.C. en un tono altivo, de iguales, no con disculpas bajo la manga. No tratando de recoger migajas.
No, López Obrador dio cátedra de lo que debe ser la política exterior mexicana: la consecución de los objetivos nacionales más allá de nuestras fronteras.
La mayoría de sus detractores nacionales vieron, con sorpresa, a un Presidente que supo cómo mover cada una de sus piezas en este encuentro y que destacó por una visión global incluyente.
Y sí, el tiempo que ya pasó de su presidencia daba la impresión de que no le interesaba ningún tema del concierto internacional y que “huía” de los encuentros con sus pares.
Si bien su plan es bastante ambicioso, retomó la estrategia de un buen negociador: pide lo imposible para que tengas lo que deseas y lo logró.
Puso sobre la mesa el tema migratorio, el apoyo a Centroamérica y la promesa de una mayor integración regional. Y en ningún momento cambió o suavizó el tono con relación a Nicaragua, Cuba y Venezuela.
¡Muy Bien!
clm
