¿Derechos humanos o seguridad nacional?

De acuerdo con el consejero delegado de Pfizer, Albert Bourla, podremos regresar a la normalidad y a un mundo donde covid19 esté controlado en un año. Siempre y cuando continúen al alza las tasas de vacunación y con refuerzos anuales de las dosis. ¿Será posible? Sí, ...

De acuerdo con el consejero delegado de Pfizer, Albert Bourla, podremos regresar a la normalidad y a un mundo donde covid-19 esté controlado en un año. Siempre y cuando continúen al alza las tasas de vacunación y con refuerzos anuales de las dosis.

¿Será posible? Sí, siempre y cuando los gobiernos paguen el precio en popularidad y aceptación que esto implica. Es imposible que las autoridades permitan que amplios grupos de la sociedad decidan no vacunarse y se les permita esa elección que compromete la salud de millones.

Mientras existan personas que no están inmunizadas, más se acerca la amenaza de una mutación de una cepa más fuerte, más viral y que evada la protección de las vacunas.

Covid-19 no es un juego, tampoco una conspiración de las élites y, mucho menos, una purga que la tierra realiza cada cierto tiempo para reducir la sobrepoblación. No, es una enfermedad gravísima que, al día de hoy, ha matado a más de cuatro millones y medio de personas.

No, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tampoco es cómplice de ningún grupo de poder, incluso su cifra puede ser menor si consideramos que muchos países pobres no cuentan con sistemas de salud y que puedan contabilizar de forma certera las muertes y casos del actual coronavirus.

Aun con ésta y mucha más evidencia, por increíble que parezca, aún hay personas que se niegan de manera categórica a vacunarse, principalmente las que comulgan con los movimientos antivacunas y todas aquellas que se escudan en no conocer los efectos de la misma. Teorías de la conspiración que alimentan a mentes paranoicas. ¿Por qué creerse más inteligente que la ciencia?

Todas esas personas “tan conscientes”, quiero pensar que no beben alcohol, fuman y mucho menos comen alimentos industrializados, vaya, tampoco son usuarios de drogas, ¿verdad? (Y, por lo visto, ni lectores asiduos).

Cualquier defensa a la no vacunación es una falacia y si todos los muertos a su alrededor no son suficientes ¿Qué hacemos con ellos entonces? ¿Tenemos que pagar el precio por “los rebeldes”? Esa es indiferencia criminal.

Vivimos una crisis sanitaria de dimensiones épicas, que también requiere respuestas duras y, a estas alturas, extremas. Es ofensivo que, tras esfuerzos increíbles para obtener una cura en tiempo récord, encontremos a estos negacionistas. ¡No se vale!

Hemos visto que apenas la gente se relaja y reinicia la expansión de la enfermedad, por lo que entonces las personas no vacunadas deben tener un trato diferente. Sí, por más violatorio que suene. Las personas no vacunadas requieren aislamiento social, no sólo para protegerlas, sino para protegerlo a usted, a mí, a los suyos y a los míos.

Es una lucha por la supervivencia a la que nos sumamos todos y quienes no quieran sumarse tendrán que dividirse y la única manera es excluyéndolos del entorno social.

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