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De Irak a Ucrania

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Ayer se cumplieron 20 años de la inmoral invasión a Irak por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados.

La excusa para la ocupación en 2003 era la supuesta posesión de armas de destrucción masiva. El impresentable George W. Bush aseguró que la nación árabe patrocinaba y albergaba a grupos terroristas y que el régimen representaba un peligro a la seguridad internacional.

Rápidamente se consumó la invasión y el derrocamiento y posterior ejecución de Hussein por parte de la coalición. Las supuestas armas de destrucción masiva nunca se encontraron y la invasión se tradujo en una larga ocupación extranjera y un perpetuo estado de caos al interior del país.

A 20 años de esta absurda guerra, las críticas siguen más vivas que nunca: la falta de evidencia de la existencia de armas de destrucción masiva, la fiabilidad de los sistemas de inteligencia de Estados Unidos y Reino Unido, la muerte de más de 100 mil civiles, la incapacidad crónica de Naciones Unidas para  mediar en el conflicto, crisis de refugiados, violencia sectaria, saqueo y destrucción de la herencia histórica y cultural y, sobre todo, dejar al país sumido en una crisis social y económica que los azota hasta la actualidad.

Previo a esta injustificada invasión, la nación americana intervino en Afganistán so pretexto de los ataques a Nueva York del 11 de septiembre de 2001. ¿La intención? Supuestamente eliminar al régimen talibán que ocultaba a terroristas de Al Qaeda. Por supuesto que, con la finalidad de sustentar la moralidad de esta invasión, no perdieron la oportunidad de convertirla, a su vez, en una intervención humanitaria para liberar a las mujeres de la opresión y constantes violaciones a sus derechos humanos.

Afganistán se convirtió en la guerra más larga que ha librado Estados Unidos, al abandonar esta nación en la administración de Joe Biden dejaron el país en peores condiciones y las mujeres siguen sometidas al régimen Talibán. ¿Qué pasó con la propaganda de liberación y ayuda humanitaria? Nada.

Otro ejemplo de la utilización de la excusa de la intervención humanitaria fue la operación militar de la OTAN en Kosovo, en 1999.

El tema central de estas invasiones es que carecen de legitimidad internacional al no contar con un consenso ni el apoyo de Naciones Unidas y que el discurso de intervenciones humanitarias no alcanza para encubrir los intereses geopolíticos.

La pregunta que subyace es: ¿por qué la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya no emitió órdenes de arresto por crímenes de guerra en contra los artífices de estas invasiones y sí en contra de Vladimir Putin? Al final, no importa. La CPI no tiene ninguna jurisdicción sobre Rusia, debido a que esa nación nunca ratificó el Estatuto de Roma.

 

 

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