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Asimetrías

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

Cuando un terremoto sacude determinada región del mundo, como desgraciadamente ahora fue en Turquía y Siria, suelen repetirse una serie de reacciones que parecen mucho más el cumplimiento de una rutina que una verdadera preocupación por lo sucedido.

En las primeras reacciones está el estupor por la enorme cantidad de muertos y los ofrecimientos globales de ayuda, una corriente de solidaridad movida por el miedo ante la fragilidad por el reconocimiento de nuestra propia pequeñez ante las fuerzas de la naturaleza que jamás podremos ni siquiera soñar con controlar.

A estos llamados espontáneos le sigue la normalización ante el hecho y comienzan a saltar las diferencias entre unos y otros. Los ofrecimientos de la ONU, la OTAN y otros en el sentido de ayudar sin importar si se trata de aliados o no comenzarán a difuminarse entre las mezquindades de la geopolítica.

Parecerá que los muertos y los damnificados tienen mayor o menor valor de acuerdo con el lugar en el que se encuentran. Con una dolorosa facilidad veremos cómo la comunidad internacional le da un mayor peso a los muertos en Turquía, porque nacieron y viven en una país miembro de la OPEP, que a los sirios, quienes forman parte de una nación que es considerada como enemiga por las acciones bélicas de DAESH.

¿Es muy diferente un ser humano de otro? No quiero pecar de ingenua, pero tampoco de cínica. Una vez pasado el golpe inicial, los políticos comenzarán a realizar cuentas que no tienen que ver con la humanidad y la aspiración de un mundo mejor en el que haya lugar para todas las razas y las creencias.

No tengo duda de que el mundo sería mejor si se actuara más por los principios fundamentales de los seres humanos y no por las consideraciones que han venido creando los líderes mundiales, quienes, de una y otra manera, no están interesados en las personas, sino en sus agendas particulares. Algo dentro de mí se pone mal cuando comienzan a verse las decisiones de ayuda y reconstrucción sesgadas por la diferencia entre un gobierno y otro, entre una filiación y la otra, no por los ideales que deberían cubrir a toda la humanidad.

El mundo sería otro lugar si los seres humanos, al menos en las tragedias, dejaran de considerar los criterios políticos y se entendiera que vale lo mismo un ser humano que otro.


POST SCRIPTUM

¿Las oleadas de despidos que recorren todo el sector tecnológico en el mundo plantean una señal de recesión o un cambio en los patrones de negocios de este sector de la economía?

Una primera lectura podría sugerir que las empresas de tecnología están adelantando una caída en la producción no únicamente de Estados Unidos, sino a nivel global, que ha sido minimizada por la propia administración de Joe Biden y la Reserva Federal.

Sin embargo, una segunda pieza del rompecabezas es que estas empresas habían ido inflando una bonanza de manera agigantada que les llevó a dispendios, como los que en otros tiempos y en otros sectores se han vivido en el mundo.

En estas empresas tecnológicas había espacios para áreas de recreación en horas laborales, exceso de permisos y hasta almuerzos gratis. No debe olvidarse el principio económico de que no hay comidas gratis, alguien termina pagando.

Mucho más que considerar que se trata de un tema que esté impulsado por una temida recesión global, parecería que se desinfló una burbuja y que, a partir de ahora, las empresas tecnológicas tendrán que aprender que no pudieron romper los fundamentos del viejo y sólido capitalismo.

 

 

 

 

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