Asimetrías
Estamos casi a dos años del inicio de esta pesadilla, cuando pensábamos que sería una crisis de dimensiones medianas.
Parece que poco o nada aprendimos de la lección que nos dejó la pandemia de coronavirus. A pesar de comprender que las medidas contrastantes que cada país implementó para contener la pandemia produjeron un recrudecimiento, no lo entendimos.
Las naciones continúan levantando o imponiendo restricciones de acuerdo con su política interna y poco o nada buscan la colaboración y la homogeneidad en las medidas globales.
Encontramos países como China, en especial el caso de Hong Kong, donde nadie entra ni sale con una alta probabilidad de que prolonguen su cierre hasta el verano de 2022.
Lo que contrasta, por ejemplo, con México, donde las autoridades no piden nada para ingresar al país o donde estrenamos semáforo verde, aunque los contagios continúan.
Ambas naciones claramente determinan sus políticas sanitarias por sus intereses de política interna, más allá de un tema de derechos humanos o por preservar la salud pública.
Eventos masivos y ya millones de personas sin usar cubrebocas en países como Estados Unidos o Europa, como si la pandemia fuera cosa del pasado o como si tuviésemos las condiciones de 2018 o previas.
Afortunadamente, en el reporte semanal de la Organización Mundial de la Salud se dio a conocer que las cifras de muertes por coronavirus tocaron su nivel más bajo desde noviembre de 2020.
Aún se registraron 46 mil muertes, lo que se traduce en una disminución de 9.6 por ciento. Los contagios también bajaron 7%, lo que son 2.8 millones de casos confirmados.
Todas las regiones del mundo tuvieron un notable descenso en contagios y muertes, a excepción de Europa, donde las medidas de protección ya casi son inexistentes.
En el acumulado desde el comienzo de la pandemia, hay oficialmente 238 millones de casos de coronavirus y 4.8 millones de muertes.
La vacunación también continúa avanzando, pero también con la desigualdad característica. Ya se aplicaron seis mil 500 millones de dosis, lo que representa a 47% de la población mundial con, por lo menos, una dosis.
Los países más pobres no llegan ni a 2.5% de la población y países como Corea del Norte o Burundi no han aplicado ni una vacuna.
En estas cifras estamos olvidando a la población que se encuentra en procesos de movilidad, donde miles han abandonado sus lugares de origen para buscar mejores oportunidades, principalmente en Estados Unidos.
Si bien gobiernos como el de México han auxiliado a esta población vacunándola en diferentes ciudades fronterizas, no hay datos concretos de cuántos ingresan al país y si pueden representar un riesgo.
En este octubre de 2021 estamos prácticamente a dos años del inicio de esta pesadilla, cuando pensábamos que sería una crisis de dimensiones medianas, que probablemente no saldría de Asia y que se controlaría con el paso de las semanas.
No, aún no podemos cantar victoria y mucho menos pensar que lo peor ha pasado, si este virus nos ha enseñado algo es la fragilidad que tenemos como seres humanos.
Se aproximan las celebraciones de fin de año, mismas que definirán al mundo que viviremos el próximo año.
Por favor, cuídese.
