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La exportación mexicana secuestrada

Julio Faesler

Julio Faesler

Bastó una simple llamada de teléfono de la mafia el 11 de febrero a un inspector del Servicio de Inspección de Sanidad Agropecuaria (APHIS, por sus siglas en inglés) en Uruapan amenazándolo a él y su familia para desarticular durante una semana entera las exportaciones de aguacate a Estados Unidos, terceras en importancia después de la cerveza y tequila, generan 400 mil empleos directos e indirectos.

El tratado trilateral T-MEC así lo autoriza. Los inspectores estadunidenses que se instalan en nuestro país para asegurar que los embarques se conformen a los requisitos convenidos, requieren seguridades para su integridad personal y desempeño de sus funciones. 

La preocupante emergencia de la suspensión durante unos días de las ventas mexicanas en el exterior puso de manifiesto el secuestro en que se encuentra nuestro comercio exterior al capricho de cualquiera de las varias mafias que controlan el crimen organizado. Se ha llegado al extremo nunca visto en cualquier país del mundo de que ellas deciden el ritmo al que pueda avanzar una rama económica. Este hecho conlleva muchas repercusiones, todas nocivas para el desarrollo nacional.

Después de urgentes reuniones bilaterales, la USDA, entidad oficial de EU, de la Agencia de Seguridad Regional, anunció estar satisfecha con las medidas que México tomará para proteger los embarques de aguacate. Esas medidas incluyen acompañar a los camiones con patrullas y montar un servicio específico de radiocomunicación para monitorear esos movimientos. Sólo de Peribán se embarcan 10 camiones diarios, cada uno con valor de 50 mil dólares.

El caso del aguacate que hemos vivido en estos días ha sido la prueba más reciente del nivel de sumisión nacional a que el gobierno intolerablemente ineficiente de AMLO nos ha llevado por culpa de aplicar políticas equivocadas y contraproducentes. No sólo en la agricultura. La producción industrial en todas sus ramas y niveles es víctima de exigencias mafiosas, además de verse obligada al gasto constante en servicios de seguridad que el peligro impone. Hemos cedido a las mafias las manivelas de control de nuestro comercio exterior.

Son los efectos de no haber aplicado con mano firme la respuesta a los que violan la ley. La política de tolerancia, abrazos y no balazos, nulificó la posibilidad de usar la fuerza pública para asegurar condiciones de paz pública indispensable para la actividad productora. Por buscar el aplauso popular, el Presidente ha eliminado la otra parte del recetario de todo gobierno efectivo: el de darse a respetar. La tesis de no violencia, sino la de “abrazos”, y consideraciones a delincuentes certificados ha arrojado a México al caos.

Es obvio que este desastre no puede continuar. La supremacía de las mafias requiere la acción del Ejército actuando conforme a sus reglas militares. La situación está tan rebasada que en un pueblo de Guerrero la desesperación popular ha expulsado al Ejército prefiriendo un remedo de policía del pueblo a la inútil y, a veces, corrupta intervención de las Fuerzas Armadas. 

¿Habrá que esperar que el problema de la seguridad en México se haga mayor y afecte a otros cultivos como, digamos, el café, fresas, camarón, nueces y otros productos de activas perspectivas de venta en el exterior, siga entorpeciendo las cadenas de valor?

El que nuestro gobierno no sea capaz de ofrecer la más elemental seguridad a cualquier persona o entidad que se encuentre en su territorio es vergüenza. La prensa internacional se ocupa en nuestros días de los asesinatos que se han dado de periodistas en los primeros días del año actual.

La falta de diversificación de nuestros mercados también quedó exhibida cuando los aguacateros declaran que van a explorar clientes en otros países para reponerse de la pérdida de lo de Estados Unidos. Hacerlo no es un recurso de emergencia, sino la tarea en que siempre se ha insistido. Emprenderla, siendo México un componente cada vez más imbricado en el gran programa hegemónico, Norteamérica, requiere una estrategia muy inteligente. Las aperturas en China para nuestros productos no deben despreciarse. El T-MEC lo limita. Chile y Perú han suscrito acuerdos.

El susto que fue la breve suspensión, la semana pasada, de nuestras exportaciones no debe quedar sin moraleja. La exportación de una vasta gama de productos primarios y manufacturados al lado se servicios, de la que somos capaces, es la llave para la verdadera independencia económica y política de México. Retener las riendas del comercio exterior, hacer que las inversiones que requerimos sean los puentes de operaciones de producción compartida, es el sentido del comercio internacional moderno que estimula una sólida prosperidad.

Post Data: Estamos a pocas semanas del 10 de abril, fecha de la consulta llamada de revocación de mandato. Participar con el voto es contribuir a la meta de 40% del padrón electoral de más de 90 millones y con ello legitimar la insensatez de la consulta y caer en la confusión que la boleta de las dos preguntas genera. Esa confusión no abona a la democracia; sólo conduce a un Estado nacional más personalizado.

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