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El Presidente y sus retos

Julio Faesler

Julio Faesler

 

De los 2 mil 317 millones de pesos de financiamientos que el gobierno extendió en el periodo abril 2020 a marzo de 2021 al sector privado, a las pequeñas y medianas industrias, con sus 4 millones o más de unidades, sólo les tocó 9.6%. El resto se fue a las grandes. Lo reducido de este apoyo explica la debilidad de la economía de México en comparación con el dinamismo de otros países.

El año pasado, el gobierno anunció créditos a las pequeñas y medianas industrias a razón de 25 mil pesos para cada caso. Este mísero apoyo se otorgó como préstamo. Es patética la suma en relación con las necesidades de ese sector que emplea más de 90% de la fuerza laboral nacional y que aporta 52% de la producción y un porcentaje análogo de nuestras exportaciones.

El crucial sector requiere que la banca de fomento lo apoye en términos del capital de trabajo y respaldo a sus proyectos de producción y exportaciones para que pueda contribuir al desarrollo nacional con todo su potencial.

La falta de capacidad para responder a esa necesidad del conjunto de la banca de desarrollo lo comprendemos por la imposibilidad del presupuesto federal de proveer los recursos correspondientes. Esto se explica por los compromisos anclados en numerosos programas sociales más los gastos que significan los muy controvertidos proyectos prioritarios de la administración actual.

Las estrategias con que el gobierno ha respondido, empezando por decretar draconianos recortes a las secretarías de Estado, cerrar entidades públicas, recortar servicios sociales y centralizar fideicomisos, entre otras medidas, no han bastado. Las altas remesas de compatriotas en el exterior, los recursos derivados de las DEG y ahora los ingresos petroleros aumentados tampoco remediarán la crisis de la recesión que la pandemia sigue agudizando.

La debilidad económica de México es una realidad estructural anclada en la arraigada corrupción que, desde innúmeras décadas, ha drenado y sigue drenando las energías de cuanto esfuerzo de desarrollo se ha emprendido en la historia de México. Pero ni el improbable abatimiento en el presente gobierno de López Obrador de la extendida corrupción remediará la flacidez de nuestra economía si no se corrige la obstinación en no tomar medidas efectivas para fortalecer las unidades que producen artículos y servicios que hacen sólida y maciza la economía de cualquier país.

Desde antes de 2018 ya se anticipaba la recesión en que actualmente nos encontramos. La desastrosa estrategia hasta ahora seguida por el Presidente ha bloqueado la creación, o cerrado una parte importante de la producción, dejando el campo, como ironía, a los grandes consorcios extranjeros que el Presidente tanto deplora.

Otro de los efectos de la no-política de fomento a multitudes de empresas ha sido estrangular el empleo de la población trabajadora que el año pasado aumentó en 2 millones de individuos. 

La urgencia de sacar adelante la economía nacional pide atraer cuantiosas inversiones corporativas. Son, sin embargo, todavía más urgentes y mucho más fecundas las de la banca oficial de desarrollo, dirigidas a las miles de empresas menores que son la base económica de México. No hay, lo sabemos, suficiente dinero en las arcas oficiales para ese fin, por lo que la alternativa obligada es negociar préstamos institucionales del exterior, que se destinarían a desarrollos inteligentes de producción y empleo, y que bien estructuradas por el Banco de México para prevenir efectos inflacionarios, serían plenamente justificados por la Constitución.

Lo anterior significa dar una completa vuelta a la negativa, muy ortodoxa, del presidente López Obrado de aumentar la deuda exterior, aunque él mismo lo ha hecho.

 

  • Las condiciones nacionales son críticas. El país está tenso. Las más recientes reacciones del Presidente de la República en muchos asuntos son altamente preocupantes. No llevan al país a resolver los complejos retos que en todos los órdenes se agravan, sino a complicarlos. Todo se ha concentrado en su persona. ¿Habrá solución?

 

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