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Ocaso en la arqueología

Juan Carlos Talavera

Juan Carlos Talavera

Vórtice

Termina una semana triste para la arqueología de México.

Primero, el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, anunció, el martes 26 de mayo, el recorte de 750 millones de pesos al presupuesto que ejercería este año la dependencia, al pasar de tres mil 918 mdp autorizados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) a tres mil 171 mdp; y una pérdida estimada de 800 mdp en recursos autogenerados, luego del cierre temporal de museos y zonas arqueológicas a causa del covid-19.

Aquel día, Prieto mantuvo la calma y prometió sostener tareas sustantivas, compromisos prioritarios y la restauración de bienes afectados por los sismos de 2017, pero admitió que la reducción influirá en excavaciones, exposiciones, congresos, estancias internacionales y publicaciones “para los años próximos”, es decir, 2020 no será el único año afectado.

Un día después, el arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor (PTM) —uno de los prioritarios en México— participó en una videocharla organizada por la Universidad Veracruzana, en la cual dijo que los efectos se extenderán hasta 2024: “Esta pandemia, y en general la crisis que vivimos, tendrá un impacto enorme en la investigación arqueológica en los años por venir, quizá hasta el final de este sexenio, en el 2024”, como reportó Reyna Paz Avendaño (La Crónica 29/05/2020).

López Luján calificó los recortes como “medidas draconianas” y dijo que esto tendrá una “inevitable repercusión en nuestro patrimonio y en el desarrollo de las nuevas generaciones de profesionales de la antropología, la historia y la conservación”.

Además, confirmó un secreto a voces: “el trabajo de los arqueólogos padece, desde hace muchos años, una merma. Primero, debido a la creciente inseguridad que vive México, hay colegas que en el campo han sido amedrentados, robados e inclusive plagiados”, sin dejar de lado que muchos de sus compañeros han enfrentado tantos obstáculos para investigar en México que ya abandonaron el trabajo de campo.

A este panorama se suman otros datos. Este año, el INAH no realizará contrataciones. Así que los jóvenes arqueólogos, antropólogos y paleontólogos que egresarán de universidades como la Veracruzana, la Autónoma de San Luis Potosí y la de Yucatán, la UNAM y la propia Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) no encontrarán trabajo alguno en la dependencia más importante del ramo. Y entonces, ¿a qué se dedicarán esos jóvenes que están por egresar? Porque en la vida no todo son mamuts y exploraciones en torno al Tren Maya.

Se suma una plaga de roedores en Templo Mayor, debido a la ausencia humana; y el miedo que persiste entre el personal de museos y zonas arqueológicas, luego de que un colaborador del PTM se contagiara de covid-19 y estuviera en terapia intensiva en el Hospital de Alta Especialidad de Oaxaca. Por suerte, superó la enfermedad.

En esta atmósfera de incertidumbre, mientras el andamiaje presupuestal se cae y el teatro de la cultura queda al desnudo, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, se ha atrincherado en su cuenta de Twitter y en algunas videocharlas cerradas, protegida del covid-19 y de cualquier pregunta incómoda sobre las gestiones que no hizo.

Ojalá informara cómo es que la SC absorberá el impacto tangible de los recortes, qué opina de los comentarios formulados por López Luján y si ya modificó su plan de cultura o cómo espera recuperar los recursos en el PEF 2021. En el mejor de los mundos seguramente ella tendrá más preguntas que respuestas.

Lo que sí sería ideal es que al menos la directora del INBA, Lucina Jiménez, informe el impacto del recorte en su dependencia y cómo tocará al mundo de la ópera, el teatro, la danza, la literatura y los museos a nivel nacional. ¿Lo hará?

 

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