Adiós 2025

México llegará a 2026 con mayor margen de maniobra, con una posición más sólida frente a sus socios internacionales y con una narrativa distinta: la de un país que entiende los desafíos globales y actúa con inteligencia estratégica.

2025 quedará registrado como un periodo de alta complejidad global. La economía internacional se vio tensionada por ajustes arancelarios, la geopolítica por conflictos armados persistentes y la incertidumbre se convirtió en un elemento cotidiano en la conversación pública internacional. Sin embargo, en medio de ese escenario retador, México logró enviar señales claras de conducción, estabilidad y visión estratégicas positivas.

En materia económica, el país transitó un contexto delicado con prudencia y firmeza. La conducción de la política exterior y económica permitió mantener abiertos los canales de diálogo con nuestros principales socios, particularmente en el marco del T-MEC. Las negociaciones en curso reflejan una postura madura: México no sólo responde a las presiones externas, sino que defiende sus intereses con argumentos técnicos y con una lectura realista del nuevo orden económico global. La decisión de establecer aranceles a productos provenientes de China, a manera de ejemplo, apunta a un objetivo de fondo: proteger la planta productiva nacional, incentivar la relocalización de cadenas de suministro y fortalecer la atracción de inversión hacia el territorio mexicano. Además, altas inversiones bajo el liderazgo de Marcelo Ebrard, se estan materializando en el país por la confianza en los mercados y por proyectar a México como un socio confiable y competitivo.

Además del impulso a los Polos de Desarrollo, que son oportunidad para seguir fortaleciendo la economia nacional, atraer inversión extranjera y nacional, y promover la colaboración con Estados Unidos. Esto contribuye a la consolidacion y durabilidad del T-MEC y a la seguridad y estabilidad de la región.

En el ámbito de la seguridad pública, 2025 también mostró avances relevantes. Más allá del discurso, los resultados comenzaron a reflejarse en cifras: operativos de alto impacto, decomisos históricos de droga, detenciones clave del crimen organizado y una disminución sostenida en delitos que afectan directamente la vida cotidiana de la población. La estrategia encabezada por Omar García Harfuch fortaleció la percepción de orden y capacidad institucional, un factor indispensable para la inversión, el turismo y la cohesión social. La contención del tráfico de fentanilo y otros opioides hacia Estados Unidos no sólo representa un logro en términos de cooperación bilateral, sino también un mensaje claro de corresponsabilidad regional.

Estos avances en seguridad y economía han tenido un efecto multiplicador. México llegará a 2026 con mayor margen de maniobra, con una posición más sólida frente a sus socios internacionales y con una narrativa distinta: la de un país que entiende los desafíos globales y actúa con inteligencia estratégica.

El turismo, por su parte, se consolidó como uno de los motores más visibles del año. México registró cifras históricas de llegada de visitantes, al tiempo que se impulsaron nuevos polos turísticos y se diversificó la oferta más allá de los destinos tradicionales. Esta expansión no sólo generó divisas, sino que activó economías regionales, fortaleció el empleo local y proyectó una imagen de país vivo, atractivo y en constante transformación.

Mirar 2025 con perspectiva permite reconocer que no fue un año exento de tensiones, pero sí uno de decisiones relevantes. México no resolvió todos sus desafíos —ningún país lo hizo—, pero avanzó en la dirección correcta: con instituciones que responden, con liderazgos que entienden el momento histórico y con una sociedad que, pese a todo, sigue apostando por construir futuro. En tiempos complejos, esas señales de rumbo son, quizá, lo más valioso. ¿O no, estimado lector?