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Luis Miguel y Lucero

Juan Carlos Cuéllar

Juan Carlos Cuéllar

Qué mala película fue Fiebre de amor. Eso lo volví a comprobar este fin de semana al encontrarme por casualidad con su transmisión en televisión, pero que me hizo recordar algunas de las cosas que sucedieron alrededor de esta cinta.

La película, realizada en 1985 por René Cardona Jr., fue filmada en su totalidad en el puerto de Acapulco y protagonizada por Luis Miguel y Lucero.

Y esto fue justamente el motivo para que el filme tuviera éxito. A pesar de ser una historia sin sustento, muy mal actuada, la sola presencia de Luis Miguel y Lucero provocó que se convirtiera en un éxito de taquilla en su momento, y que las repeticiones en televisión alcanzaran buenos niveles de audiencia.

Los dos eran las figuras juveniles del momento, llenaban cualquier lugar en donde se presentaban y sus discos se vendían como pan caliente.

En esa época, además de trabajar como reportero, me contrató mi gran amiga Rosa María Esquivel, quien era jefa de prensa de la disquera Emi Capitol, para viajar a Acapulco y tomar parte del material fotográfico de la filmación y de su estrella: Luis Miguel.

Mi primer encuentro con El Sol en aquella ocasión fue en una lujosa casa del fraccionamiento Las Brisas, que servía como locación para buena parte de las escenas.

Yo ya había trabajado con el cantante en ocasiones anteriores, desde su lanzamiento, algunos shows en la Arena México, presentaciones en la XEW, en programas televisivos como Siempre en Domingo y convivencias con sus admiradores, que iban creciendo en número como la espuma.

A Lucero también ya la conocía y tenía una buena relación, así como con su mamá, la que afortunadamente sigue manteniéndose.

Recuerdo que como mánager de Luis Miguel estaba Paco Ibáñez, quien años después se convirtió en actor y alcanzó buena popularidad con las películas de La risa en vacaciones.

Como Fiebre de amor se trataba de una película totalmente musical, se organizó un concierto al aire libre en el Centro de Convenciones, que cumpliría con dos objetivos. Que Luis Miguel le cantara a sus fans, que estaban pendientes de la cinta, y que además fuera filmado, para que muchas de sus escenas sirvieran para la cinta.

Vinieron a mi memoria unas palabras que me dijo Luis Miguel en uno de los recesos. Que no le gustaba que su público gritara y se emocionara con cualquier movimiento que él hiciera, sino que prefería que escucharan lo que cantaba y que reaccionaran ante su interpretación. Pero creo que, hasta el momento, esto no ha cambiado.

Una de las escenas cumbres de la cinta era un beso al atardecer entre los dos cantantes juveniles.

A mí se me hizo muy fácil tomar esas fotos, sin imaginarme que a la mamá de Lucero eso le molestó porque, además, argumentaba que su hija estaba en bikini, lo que dañaba su imagen.

Tan molesta estaba que incluso amenazó con demandarme. Afortunadamente lo platiqué con ella y la convencí de que se trataba de una imagen muy bonita y que estaba cuidada. Tanto que se convirtió en portada y póster de la desaparecida revista Teleguía.

Muchas anécdotas de una cinta mala, pero que fue exitosa. ¿Tienes algún recuerdo de ella?

 

                juan.cuellar@gimm.com.mx

                Twitter: @Jc_Cuellar

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