Periodismo funcional: a modo y doctrinario

El periodismo es un catalizador de la vida social que permite ampliar los horizontes de la existencia humana evolucionándolos de lo individual a lo colectivo, de lo singular a lo plural, de lo personal a la otredad, y viceversa; actividad históricamente desarrollada ante diversos paradigmas contextuales: tiempo, lugar y circunstancias.

Dicha línea de pensamiento se ha presentado desde la aseveración de que no contar con espacios de libertad de pensamiento y expresión “aniquila la existencia del otro” (Nuevos paradigmas, Excélsior, 28/Sep/2019); el objetivo de la acción periodística es garantizar la libertad de pensamiento y expresión anclado al axioma Registro inmediato de la acción en su contexto social (Excélsior, 26/Dic/2020); y la consideración de que la sociedad divergente ha perdido espacios, la pluralidad ha sido acotada y el disentir ha sido silenciado a través del Periodismo Funcional (Excélsior 22/Ene/2021).

Referir “lo funcional” es la conceptualización de la actividad por su aporte social a partir del registro de las causas próximas de los hechos, finalidad del acontecimiento y entorno inmediato, por su común denominador: anteponer la utilidad política. El Periodismo funcional es generado (coordinado) desde las bambalinas del poder a través de organizaciones (medios) y personas (intermediarios) que invocan el interés público, pero ejercen acciones fuera de la ley, trasgreden todo parámetro ético, limitan el pluralismo, concentran las decisiones en una reducida élite, minimizan los controles democráticos, las libertades individuales y colectivas, restringiendo los derechos humanos, y replicando el discurso oficial (Excélsior, 29/Dic/2019).

Dicha realidad se registra en múltiples latitudes del orbe y particularmente en México. La factibilidad de referirlo se basa desde la cientificidad de la observación comunicológica creando una matriz de doble entrada para asentar actores, modos, espacios y saberes (demasiado teórico-académico) hasta la ejemplificación cotidiana que cada ciudadano puede decir y que puede llegar a ser demasiado simplista. No obstante, el vínculo de correlación es labor periodística.

La ecología del periodismo funcional se sustenta en acciones relacionadas entre sí, que facilitan una visión conjunta simple, sencilla, sin complicaciones. Es la presentación de una trama breve y atractiva que enfoca únicamente al protagonista, sin revelar el final, refiriendo terceras personas para generar intriga y motivar el interés por seguir el tema en un futuro.

Una vez “sembrada” la acción proceden a la difusión paralela, todos repiten lo mismo, estrategia fácilmente detectable porque todos coinciden con abrumadoras semejanzas, adjetivos calificativos, orden de las acciones, los verbos en la narrativa, las peculiaridades que destacan cuando ni les constan los hechos.

El segundo nivel es pasar de la “información” a la opinión con una andanada de interpretaciones exactamente en el mismo sentido, misma significación, no caben más posibilidades que las dictaminadas por el grupo en el poder porque el real objetivo es reforzar la propaganda. Y ya no se enfocan en las acciones (porque ni existen), sino en la opinión de las acciones.

El periodismo funcional acrecentó exponencialmente su valor y actividad conforme el impacto de las redes sociales a través del internet. Y en algunas ocasiones pasó de ser un apoyo de gobierno a eje rector de administración política social por lo que subsiste a la par del proceso para detentar el poder.

Así, todo tiene origen en una ideología político-partidista que se convierte en estrategia de campaña y eje de gobierno. El objetivo, permanentemente, es conservar el poder y el pilar fundamental es crear, cumplir, replicar un discurso a través de declaraciones repetidas para que se convierta en difusión de todo lo anterior.

La ecología del periodismo funcional, en su “máxima expresión” o complejidad logra contar con tesis-premisas-argumentos, pero nunca pueden cotejar con ejemplos o evidencias, por lo que son falacias que pretenden manipular y en este punto, atentatorio de todo lo expresado en los primeros párrafos.

Los “periodistas funcionales” pertenecen a grupos acomodados (enquistados en las nóminas) que forman una cultura dogmática y se les ubica inmediatamente por el culto a la persona y frases como “ahora no veo a las personas de antes” o “nadie hace lo de antes”. Grupos creados entre el entusiasmo y el oportunismo.

Todo lo que presente el periodismo funcional es “cortoplacista”, por lo que los administradores políticos siempre tienen prisa por pasar de lo periodístico a lo educativo y una vez ganadas las rutas de información a través de sus medios, se enfilan a instrumentos como los libros de texto gratuito y la “reorganización” de las instituciones educativas superiores, sobre todo aquéllas que tengan la palabra “autónoma” en el membrete.

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