Logo de Excélsior                                                        

La negociación del conflicto, metáfora de la nostalgia y el resentimiento

José Luis Jaimes Rosado

José Luis Jaimes Rosado

Proponer una referencia como la anterior es resultado de la configuración del pensamiento complejo, realidad humana presentada disciplinariamente y argumentada transversalmente.

Así, la comunicología permite desarrollar análisis desde la economía política, la sociología, sicología social y la lingüística entre otros (Excélsior, 9 de abril, 2018) donde el vórtice del contexto actual mexicano es la “negociación del conflicto”.

Las diferencias de criterios, procedimientos, usos, costumbres y proyectos entre el Poder Ejecutivo y los otros Poderes de la Unión, los tres niveles de gobierno, los órganos desconcentrados, incluso al interior de la propia administración federal, se fincan en gran parte por los registros de lenguaje que el equipo de gobierno manifiesta: mensajes verticales, unidireccionales, multitemáticos y, por ende, luengos, parecerían ser evidencia de carencia de diálogo, nulo acuerdo o magros logros de concesiones, independiente de la visión y empeño de proyecto político a instrumentar.

Los recursos utilizados en la circulación de mensajes para el impacto social con diversidad de públicos y audiencias han carecido de un lenguaje creador de sentido y, aunque la acción de gobierno puedan partir de razón moral, jurídica, administrativa o lógica partidista, la escasez de historicidad, así como el no vínculo social por medio de la palabra ni interlocución, crea ovillos en la comprensión ciudadana, distanciamiento de entendimiento, pérdida de la eficacia para  persuadir, merma de autoridad y reflejo contradictorio de órdenes o indicaciones.

Un galimatías que, al menos desde la comunicología, permite avizorar que, en primera instancia, la pluralidad y, segunda, la multiculturalidad mexicana, irán cuesta arriba concomitantes.

La información que producen las gestiones de gobierno y su correspondiente difusión configuran posibilidades de interacción institucional, social e incluso interpersonal, paralelos de traslados de sentido recto o figurado, compartición tácita.

La acción política se vuelve vocabulario ciudadano y la actitud ciudadana se vuelve sentido político.

Orientar la relación gobierno-ciudadanos desde la comunicología pasa por la negociación del conflicto como una estrategia para integrar objetivos y metas, sumar visiones e incluir posibilidades. Requiere la administración en turno para la expresión y garantía de participación para todos y cada uno.

El entramado nacional indica que, tratar asuntos públicos desde un cargo de representación social es conocer y conocerse, dominar los aspectos discursivos, porque se comprenden perfectamente los móviles sociales, sicológicos, económicos y culturales.

Desde este punto de vista, la curvatura de aprendizaje de los protagonistas políticos actuales ha sido acelerada a partir de las evidencias registradas: elección cuidadosa de los referentes (palabras, calificativos), de asuntos trascendentes, atención a los matices, e intención de evitar las frases nominales complejas para impedir  confusiones.

La información periodística de las últimas semanas nos presenta un país que viaja al futuro permanentemente viendo por el retrovisor, metáfora de la nostalgia y el resentimiento.

 

Periodista y académico de la UNAM

opinionexcelsior@gimm.com.mx

 

Comparte en Redes Sociales