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Ethoscracia, el gobierno a imagen y semejanza del elegido

José Luis Jaimes Rosado

José Luis Jaimes Rosado

De tal forma, se puede mencionar el conjunto de enunciados que componen un escrito como corpus lingüístico al tiempo que se reconoce una enorme gama de tipologías de corpus: oral, textual, por espontaneidad, codificación, especificidad, autoría, propósito… y por qué no, periodístico.

En la sociedad hay un corpus político, referente por palabras, imágenes, momentos, situaciones, que construyen en cada ciudadano el recuerdo por un gobernante, una administración, un representante, una institución: desde el “ni los veo ni los oigo” de Carlos Salinas de Gortari, pasando por el error de diciembre o, “no traigo cash”, de Ernesto Zedillo; “comes y te vas”, de Vicente Fox; “haiga sido como haiga sido”, de Felipe Calderón, hasta el “uno, no, menos, como cinco”, de Enrique Peña.

Y aún en la temporalidad sexenal 2012–2018, caracterizada por señalamientos de corrupción, uno tras otro, verdaderos o no, la palabra cleptocracia (gobierno de ladrones) fue incorporada desde las campañas políticas en el corpus lingüístico propagandístico como condensador referencial de “gobierno ladrón” donde la corrupción es institucionalizada, las acciones delictivas quedan impunes y los ejes son el clientelismo y nepotismo. Sin embargo, el grupo gobernador inminente, comienza a erigir sus propios referentes, a partir de la negación de comportamiento de todo lo que en su momento señalaron y la propuesta de algo diametralmente opuesto; acciones que permiten considerar la ethoscracia.

La ethoscracia sería el comportamiento, modos, costumbres, carácter, del que gobierna para que todos actúen de similar forma.  Estamos ante la construcción social a través de los dictados “del ejemplo” del máximo jerarca; el referente de posibilidades, líneas, espacios, son a imagen y semejanza del electo; una nueva interpretación del paternalismo gubernamental donde el favorecido en la urna indicará lo bueno y lo malo, lo prohibido y lo permitido pero desde si mismo y para todos.     

En la ethoscracia, la segunda dimensión son los círculos de lo empático o la complicidad, para la legitimación de las políticas gubernamentales; para el contexto mexicano, entiéndase, gabinete, mayoría legislativa federal, mayoría legislativa estatal, cercanía o identificación con los integrantes del Poder Judicial; y líderes sociales, desde activistas hasta cantantes o deportistas. Y se hace la voluntad del gobernante.  Si la ciencia, ley o lógica marchan en sentido contrario, se recurre a la tercera dimensión: manifestación masiva (referéndum, consulta popular) que alejada de los referentes cognitivos, cada ciudadano percibe afectivamente la voluntad del dirigente y se manifiesta en el mismo sentido, aunque la ignorancia pueda ser el único común denominador.  Desde la antropología hay espacios comunicantes de pensamiento ethos-eidos-pedagogía que decantan en los procesos educativos, por ello no es de sorprender que en la “ethoscracia” el modelo educativo sea transformado, incluso involucionado, según la perspectiva, conveniencia a capricho del elegido.

En la ethoscracia, los recursos democráticos son abducidos por el elegido y las estructuras de pensamiento y acción, tanto del votado como de los electores, se construyen de pensamientos lineales, directos y sencillos: “como es el presidente, sabe de todo”; “como es el que prometió todo, resolverá todo”; “como su experiencia es vasta, como él diga está bien”.

Desde las ciencias naturales, la perspectiva refiere el estudio de los seres vivos en su origen, evolución y propiedades, por lo que en la ethoscracia el jerarca indica los organismos que han de sobrevivir, los que deberán desaparecer, subsistir o adaptarse. En política se convierte en disminución de espacios —incluidos los recursos económicos— para partidos u organizaciones que no son del mismo comportamiento o pensamiento.

Cabe señalar dos aspectos contextuales. Primero, Aristóteles con ethos (inteligencia, virtud, moralidad) que junto con logos (evidencias, verdades universales) y pathos (emociones y sentimientos) conforma el triángulo retórico: hablar y escribir correctamente para deleitar, conmover o persuadir. Segundo, Holbach (Paul Henri Thiry d´Holbach, 1723-1789), quien propuso etocracia como el gobierno fundado en la moral, pero desde un constructo colectivo que aportó a las líneas de pensamiento base de la Revolución Francesa. Sirva el referente ethoscracia para contribuir a la explicación del contexto mexicano del siglo XXI inicialmente desde la política, pero que en la incandescencia del periodismo nos permite gramar el acontecer inmediato, en tanto politólogos, historiadores y demás científicos sociales construyen los marcos referenciales y comienzan a publicar el corpus lingüístico ad hoc.

 

Periodista y académico de la UNAM

opinionexcelsior@gimm.com.mx

 

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