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Rumbo al 2020, bachillerato universal en México:más infraestructura, menos deserción

José Luis Jaimes Rosado

José Luis Jaimes Rosado

 

La primera etapa de la EMS inició en 1867 con la expedición de la Ley Orgánica de Instrucción Pública del Distrito Federal a través de la Escuela Nacional Preparatoria y terminó en 1964 con la reestructuración del plan de estudios realizado por el entonces rector de la UNAM, Ignacio Chávez, quien amplió el bachillerato a tres años (Excélsior 30-I-2018).

La crisis que creó el movimiento estudiantil de 1968 hizo necesario que los asuntos concernientes al plan de estudios del bachillerato fueran atendidos por la Asociación Nacional de Universidades de Educación Superior (ANUIES), y se fijó la política gubernamental de doble finalidad: ampliar oportunidades y garantizar al gobierno federal el control de las nuevas opciones educativas disminuyendo la presencia de las universidades autónomas en dicho nivel.

Según datos del CENSO, en 1970 se registró como cifra 12 millones de jóvenes y durante esa década se crearon los bachilleratos tecnológicos bivalentes (agropecuarios, industriales y de servicios, posteriormente de Ciencia y Tecnología del Mar); los Centros de Educación Tecnológica (terminales en su inicio); el Colegio de Bachilleres (Colbach) y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep). La UNAM instrumentó el modelo del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y el IPN modificó sus escuelas vocacionales y abrió los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT). Otras modalidades con menor cobertura fueron: el bachillerato militar, el pedagógico y el de bellas artes.

En 1971 se acordó abandonar la “estructura enciclopédica” para combinar las ciencias con las humanidades en una educación “formativa”, y se adicionó la función de capacitar para el trabajo. Para 1972 la ANUIES definió los límites del bachillerato en “créditos”, dividió sus actividades en: escolares, capacitación para el trabajo y paraescolares.

En 1984, ante los 187 diferentes planes de estudio, la Secretaría de Educación Pública (SEP) organizó un congreso nacional. Se acordó la instauración del “tronco común” a partir de nueve materias comunes y otras seis que aparecían en 80% de los modelos de bachillerato, lo que representaba el 60% de las horas de estudio.

En 1996 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) presentó un nuevo informe y determinó que era necesario buscar alternativas para “aprender a vivir juntos” en la “aldea planetaria”, ante las “tensiones”; vía para un paradigma basado en: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a convivir.

Desde la instauración de la Carta Magna, el Nivel Medio Superior quedó implícito. Con los trabajos del Poder Legislativo en 2010 pasó a explícito en el texto y se mandató como obligatorio a partir del 2020, objetivo evanescente ante el contexto actual.

En 2010, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía censó 11 millones 22 mil 112 jóvenes entre 15 y 19 años. Al inicio del presente sexenio, 54.2 por ciento fue la matriculación oportuna, esto es, de cada 100 alumnos que egresaban de tercero de secundaria, 54 entraban inmediatamente al NMS. Para el tercer Informe de Gobierno se reportaron cuatro millones 800 mil estudiantes de bachillerato en el ciclo escolar 2014-2015.

Sin embargo, el documento Diagnóstico E007
Servicios de Educación Media Superior, de diciembre de 2015, cita el informe del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) 2014 que destaca “la meta para lograr la cobertura de la educación media superior del grupo de edad de 15 a 17 años tomará dos décadas más de lo previsto por el gobierno mexicano” y sugiere abrir nuevas escuelas, ampliar muchas de las existentes, pero también disminuir significativamente el número de jóvenes que abandonan los estudios.

 

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