Estado bufo o Estado bofo

Lo menos que puede exigírsele a un Estado, hoy en día, es que tenga un mínimo de gobernabilidad política como para lograr el cumplimiento de la ley que el propio Estado expidió. Es muy duro decirlo, pero el gobierno que no puede ni siquiera aplicar sus propias leyes está perdido en la perfecta impotencia política

Érase una vez… un país al que le ofrecieron un jugoso filete y le dieron puro sorbete insípido. No fue un error de dicción o un error de audición, sino un error de gobierno. Cuando reclamó, le soltaron la absurda excusa de que, antes, el sorbete era peor. Al finalizar, le presentaron una cuenta enorme y le dijeron que debería agradecer y repetir su visita porque no cambiarían de sorbete, sino tan sólo cambiarían… de mesero.

En mi espejismo no alcancé a saber el nombre del país, pero lo dejo a la imaginación del amable lector. Todos los países han soportado gobiernos bufos y han sufrido gobiernos bofos. El gobierno bufo es mentiroso, es molesto y es ridículo. El gobierno bofo es terco, es tonto y es berrinchudo.

El núcleo del poder político es la soberanía. Hacia el exterior, se llama independencia. Hacia el interior, se llama supremacía. Si el Estado no es independiente, no es Estado. Sería protectorado, asociado o integrado, pero no Estado. Si el gobierno no es supremo, no es gobierno. Sería delegado, simulado o subordinado, pero no es gobierno.

Hay un tercer espacio de poder y corresponde al ciudadano. Se llama libertad. Los tres se depositan en un arca que se llama Constitución y el guardia del arca se llama Suprema Corte. Cuando las tres aplicaciones de la soberanía conviven y se respetan, se llama Estado de derecho. Cuando entran en colisión se llama rebelión, revolución, golpe de Estado o dictadura, según su modalidad y su estilo.

El Estado es soberano cuando decide por sí mismo, sin permiso de ningún otro. El gobierno es supremo cuando manda y cuando lo obedecen. Cuando no manda y no lo obedecen, se llama anarquía. Pero, cuando sí manda, pero no lo obedecen, …se llama México.

No lo obedecen los cárteles ni los migrantes ni los informales ni los revendedores ni los corruptos ni los delincuentes y ni siquiera los automovilistas. ¡Vamos!, a veces lo obedecen sus empleados de paga, pero nadie más. Por eso repito que, si no lo obedecen, no es gobierno. Es otra cosa a la que habría que buscarle nombre. Se solicitan ideas.

Porque lo menos que puede exigírsele a un Estado, hoy en día, es que tenga un mínimo de gobernabilidad política como para lograr el cumplimiento de la ley que el propio Estado expidió. Es muy duro decirlo, pero el gobierno que no puede ni siquiera aplicar sus propias leyes está perdido en la perfecta impotencia política.

No estoy diciendo que el mejor gobierno sea brutal y represor, sino que sea obedecido y respetado. Yo soy de los que creo que John F. Kennedy fue mucho más duro que Josef Stalin. Pero no era cruel ni matón. Tan sólo me remito a dos pruebas de alta política. En la Crisis de los Misiles espantó a Rusia sin disparar una sola bala. En la Crisis de Alabama espantó a los racistas usando tan sólo la Constitución y la Suprema Corte. A Kennedy lo obedecían por obligación o por miedo. Pero lo obedecían. No hay en los libros de historia el nombre de alguien que se haya mofado encima de John Kennedy.

El gobierno bufo hace reír a los que se benefician de sus privilegios. El gobierno bofo asusta a los que les preocupa el no-gobierno. Hay muchos mexicanos que quieren un buen gobierno y hay muchos mexicanos que quieren un no-gobierno. Hay distintas aspiraciones y distintas conveniencias. Por eso, Pascal Beltrán del Río y yo decimos en nuestro libro Poder y deseo que, hasta ahora, ambas parecen empatadas.

De allí que hoy las fuerzas de los verdaderos poderes de mando están circulando por los cauces reales de la gobernabilidad efectiva. Muchos espacios alternativos se han ido consolidando y no solamente los obispos, los comunicadores o la ciudadanía independiente.

Pareciera que la lucha política ya no es entre ideologías ni entre creencias ni entre generaciones ni entre clases ni entre razas ni entre partidos ni entre regiones. Es entre los que quieren tener un gobierno de-a-de-veras y los que quieren tener un gobierno de-a-mentiras.

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