Con urgencia se solicitan ideas

El gran gobernante reúne el mejor equipo, que le da las mejores ideas. Lo ensambla con los de mayor acción. Los complementa con los de mejor estilo. Y, como resultado infalible, su nación entra al bienestar y el gobernante entra a la historia y hasta a la leyenda. Así, también hemos conocido a prodigios que no saben utilizar su genialidad...

Siempre han existido mujeres y hombres inteligentes y este tiempo también los tiene. Pero no siempre hemos tenido ideas y en este tiempo han escaseado. Porque la inteligencia y las ideas no son lo mismo. La inteligencia es la generadora de la idea, pero no es la idea. Aquélla es la matriz y ésta es el producto.

Todos hemos conocido a personas comunes o a gobernantes legendarios que han sido muy inteligentes, pero que no generaron una sola idea propia. Sin embargo, supieron aprovechar las ideas de los otros y lograron hacer exitosa su vida o benéfico su gobierno. Eso fue porque el inteligente sabe encontrar la idea, analizarla, aceptarla, desecharla, utilizarla y aprovecharla.

El gran gobernante reúne el mejor equipo, que le da las mejores ideas. Lo ensambla con los de mayor acción. Los complementa con los de mejor estilo. Y, como resultado infalible, su nación entra al bienestar y el gobernante entra a la historia y hasta a la leyenda.

Así, también hemos conocido a prodigios que no saben utilizar su genialidad. En la modesta platea que ha sido mi vida, las mejores ideas políticas las he escuchado de los grandes politólogos, así como de los seres más sencillos. Estoy de acuerdo con Pascal Beltrán del Río y con Ingela Camba Ludlow sobre causa-resultado.

Cierta ocasión, en una reunión social, mi padre escuchó de una señora muy sencilla una frase que ella misma no sabía su trascendencia. La dama tan sólo elogió la belleza de las nuevas flores de los camellones. Mi padre entendió el importante significado de esa idea y, a los pocos días, la comentó con el Presidente, quien la convirtió en acción. Los buenos políticos saben interpretar una frase tan elemental. Es decir, mi padre y su jefe decodificaron una clave y descifraron un password. Eso es alta política.

Aterricemos esto en tan sólo un problema mexicano, el de la criminalidad o la seguridad, como quiera llamársele. Ante la falta de ideas, nos dedicamos a las acusaciones de culpas. Que si la guerra de Calderón, que si la indiferencia de Peña Nieto, que si los abrazos de López Obrador. La verdad es que nadie lo ha resuelto porque el drama es que nadie supo cómo hacerlo. Y no se sabe el cómo ya que, para comenzar, no se sabe el qué. Bueno que García Harfuch haya bajado los homicidios del mismo periodo del sexenio anterior.

En efecto, aún no sabemos las generatrices del problema. Hace 42 años entré en contacto con el problema. No como policía, sino como fiscal. Yo no era el responsable de prevenirlo, sino el de castigarlo. Tuve suerte, tuve éxito y me ratificaron durante tres sexenios. Pero cada día trabajaba más y cada día castigaba más. Es decir, cada día se cometían más delitos, no obstante que cada día se castigaban más delincuentes.

Mi equipo de fiscalía derrotó la impunidad como nunca ha sucedido, pero la criminalidad derrotaba cada vez más al equipo de seguridad. Ante esto, los más serios criminólogos de México y del mundo me indicaron 50 causas probables, algunas casi fantasiosas. Pero lo importante es que ellos mismos no se ponían de acuerdo en sus conclusiones, porque no sabían. Y, la verdad, es que aún no saben.

Han señalado que pueden ser causas económicas, sociales, históricas, familiares, educacionales, alimentarias, climáticas, laborales, remunerativas, étnicas, legales, morales, corruptivas, administrativas, burocráticas y políticas. Abarca desde quien viola a una persona hasta quien viola una constitución. Desde quien desaparece a un ser humano hasta quien desaparece todo un sistema. Desde quien asalta un banco hasta quien lo desfalca. Desde quien se roba un automóvil hasta quien se roba una elección.    

Hace 50 años, El Padrino nos mostró la evolución de la lucha de los buenos contra los malos a la guerra entre los puros malos, con gobierno incompetente y con Estado impotente. Lo malo es que Mario Puzo y Francis Ford Coppola no nos dieron la solución. Por eso, con mucha urgencia se solicitan ideas.

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