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Y 28 años después, Aburto y Los Texas

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Es una historia que venimos contando, puntualmente, desde 1994 y que sigue sin respuesta, que puede ser producto de una suma de casualidades, pero también una vertiente, una más, de un crimen que, literalmente, cambió el destino de México: el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Decíamos ayer que no aprendimos de la historia en relación con los dictadores, se digan de derecha o de izquierda, pero tampoco aprendimos de la cosecha de sangre que dejan los climas de polarización y violencia política.

Hay que ubicarse, insistimos, en aquel momento: 1994, levantamiento zapatista el día de la entrada en vigor del TLC; el asesinato, nueve meses antes, del cardenal Posadas Ocampo; con El Chapo Guzmán, un narcotraficante entonces no tan importante, detenido por ese hecho, y con los Arellano Félix, los verdaderos asesinos del cardenal, reuniéndose con el cardenal Prigione en la Nunciatura Apostólica; con el Cártel del Golfo gozando de un poder político sexenal ya declinante, y con Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, convertido en el principal narcotraficante del país.

En Tamaulipas, desde principios de los 80, había nacido una banda criminal llamada Los Texas, conformada por pequeños narcotraficantes enlazados familiarmente. Su jefe era Arturo Martínez Herrera. El número dos era su hermano, Guillermo; otro hermano, Daniel, era el tercero al mando, se hacían llamar Caballero Águila Uno, Dos, Tres, respectivamente. Se hicieron muy conocidos por controlar el paso de indocumentados en Nuevo Laredo y, posteriormente, por ser contratados como asesinos a sueldo. En la red de tráfico de personas que se iniciaba en Centroamérica y terminaba en Texas, este grupo se caracterizó por ser el más sanguinario.

Este grupo creció porque tuvo el apoyo de otro personaje célebre: Guillermo González Calderoni, quien, al ascender al cargo de director de intercepción aérea de la PJF, enviaba parte de los decomisos realizados por esa corporación a Los Texas para que ellos los ingresaran al otro lado de la frontera. Trabajaron durante años, tanto para González Calderoni como para Juan García Ábrego. Llegaron a contar con unos 50 pistoleros entrenados por Jaime González Bath, un exmiembro de las fuerzas especiales de Estados Unidos y actualmente preso en ese país.

En 1994 llegó a Nuevo Laredo el comandante de la Policía Judicial Federal Luis del Moral, que se negó a aceptar un portafolio con 200 mil dólares que le enviaba Arturo Martínez Herrera. Unos días después fue interceptado su vehículo y asesinado, junto con sus escoltas. Pero, en esa operación, un agente de la PJF que sobrevivió al ataque, logró detener a Guillermo Martínez Herrera. Mientras tanto, designado por González Calderoni, Arturo Martínez, el verdadero jefe de la banda, estaba acreditado como comandante de la PJF en Piedras Negras.

¿Cómo participaron Los Texas en la desestabilización de 1994? Una forma fue evidente: el primer personaje contratado para asesinar a José Francisco Ruiz Massieu fue Carmelo Herrera, primo de Los Texas y miembro de la banda. Como se recordará, después de dos meses de seguimiento del político guerrerense, por alguna razón, dejó esa encomienda y se fugó con los 300 mil pesos que le habían pagado. Antes, en 1993, Carmelo había sido detenido en el aeropuerto capitalino cuando transportaba 700 mil dólares en efectivo, que pertenecían al Cártel del Golfo. A pesar de que la detención fue pública, a los pocos días fue dejado en libertad “por falta de pruebas”.

Carmelo Herrera era narcotraficante, pero también madrina del comandante de la PJF José Luis Larrazolo, un cercanísimo colaborador de González Calderoni. Larrazolo fue asesinado el 2 de febrero de 1994 en las puertas de su casa en el Pedregal, al sur de la Ciudad de México. Larrazolo había encabezado el comando que semanas antes había intentado asesinar en el restaurante Bali Hai a su enemigo, Amado Carrillo Fuentes, y a su familia. Antes de todo esto, Larrazolo y Carmelo Herrera habían trabajado juntos en la PJF en Mérida.

Como dijimos, Carmelo Herrera era primo de Arturo y Guillermo Martínez Herrera. Carmelo también era vecino del tío de un señor que se llama Mario Aburto. En esa casa, en el norte de Veracruz, conviviendo con ese tío, se supone que Aburto escribió aquellos cuadernos que se encontraron en un baúl en Tijuana. ¿Cómo se identificaba a sí mismo Aburto en esos cuadernos?: como un Caballero Águila. ¿Cómo se identificaban a sí mismos los miembros de Los Texas?: como Águila I, Águila II, III y así sucesivamente. ¿En dónde se le perdió el rastro al revólver Taurus que sirvió para asesinar a Colosio?: en Tamaulipas, precisamente en Nuevo Laredo. ¿Qué había sucedido un mes antes del crimen? Humberto García Abrego había sido corrido de una cena que se le había hecho a Colosio en Monterrey, por órdenes del propio candidato presidencial.

Los García Abrego aseguraban que habían “invertido” en la campaña presidencial y Colosio, expulsando a Humberto de la cena, quería mandar el mensaje de que no tenía relación con ellos. ¿Para quién trabajaban Los Texas? Para los García Abrego.

Pueden ser casualidades.

Por cierto, me da muchísimo gusto que el hijo de Luis Donaldo, un personaje por el que tuve profundo aprecio, participe en política y sea hoy alcalde de Monterrey, donde ojalá demuestre la calidad política y humana de su padre. Si es así, tendrá mucho por delante. Pero no hay que olvidar, y Donaldo lo sabía, que la política y el poder son tareas de aprendizaje y de equipos.

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