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UNAM: rencor y trampa

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

No hay una sola razón que permita explicar la difícil situación en la que repentinamente se ha visto involucrada la Universidad Nacional. Son muchos factores que confluyen en el interés de detonar una crisis. Comencemos por los internos.

El rector Enrique Graue, no cabe duda, es un académico decente y con méritos propios para haber llegado a la Rectoría, pero ha cometido varios errores. Sabedor de que su elección en la máxima casa de estudios no provenía de las buenas relaciones con el gobierno federal en turno ni que tampoco era el candidato favorito del mismo y de otros grupos universitarios, se alejó dramáticamente del gobierno, pero también de antecesores claves, porque consideraba que tampoco había sido candidato de ellos: ni con Juan Ramón de la Fuente y menos aún con José Narro Robles, el rector Graue estableció una buena relación política. Y eran los hombres que habían manejado, sin que les estallara una sola crisis, la UNAM durante los 16 años anteriores. La distancia, hay que reconocerlo, no fue tanto del rector hacia sus antecesores, pero sí de buena parte de sus principales colaboradores y en casi todos los ámbitos.

Por supuesto que no se trata, como algunos han hecho trascender, de una “conspiración” de sus antecesores contra el actual rector. De lo que se trata es que el rector Graue quedó, por esa distancia, debilitado para enfrentar a las fuerzas que sí quieren sacarlo de Rectoría.

Una de esas fuerzas que lo quieren debilitado o fuera, es la del narcomenudeo. El rector intentó algunas tímidas acciones para frenar el narcomenudeo en las escuelas y facultades y colaboró en la medida de lo posible con las autoridades, sobre todo capitalinas, para frenarlo. Un narcomenudeo controlado por el cártel de Tláhuac y que quiere terminar controlando por completo el de la Unión Tepito: algunos hechos de violencia devienen de ese enfrentamiento.

Siguiendo la línea que se ha impuesto hace ya medio siglo y que no se condice con los desafíos de la ciudad y el país actual  es que no se deja entrar a ninguna fuerza de seguridad a la Universidad, por ende, es casi imposible detener el fenómeno del narcomenudeo. Se intentó hacerlo con las escasas fuerzas de vigilancia de la UNAM con apoyo de inteligencia de la SSP de la CDMX.

Nadie sabe qué grado de éxito pudo haber tenido esa operación, porque cada vez que alguno de los vendedores era detenido, se lo exhibía en medios, se lo enviaba al juzgado y salía casi inmediatamente en libertad. Pero el rector tocó intereses profundos, más allá de los éxitos, con esa decisión. Y esos intereses actúan.

Por otra parte, está la política electoral. El candidato López Obrador no se lleva bien con los rectores, y las universidades públicas han soportado una dura campaña en medios desde tiempo atrás; en algunos casos en forma justificada, en otras inaceptable. Andrés Manuel fue a casi todas las universidades privadas en campaña, pero a ninguna pública, en especial a la UNAM, a donde sí quiso ir; pero se asegura que las autoridades universitarias le pidieron que fueran al campus para no generar provocaciones. Dicen que Andrés Manuel no lo tomó bien.

Luego, fue la reunión de la Anuies durante la campaña, López Obrador fue el único candidato que no fue a ese encuentro. Pasada la elección, López Obrador sí se reunió ya como Presidente electo con la Anuies, allí propuso que la educación superior pública tendría que ser en todos los casos gratuita y rechazó los exámenes de ingreso. La mayoría de los rectores rechazaron esa visión, sin ingresos extras muchas universidades serían inviables y tampoco la idea de que todos puedan ingresar a la universidad, sin limitaciones, les parece válida.

El Presidente electo insistió en el tema luego del encuentro con los rectores. Unos días después, casualmente comenzó el conflicto en el CCH Azcapotzalco que se extendió ya a toda la UNAM y donde un enfrentamiento violento, lamentable, aparentemente tolerado, entre un grupo de porros y un grupo de estudiantes de CCH, ha trascendido a una agenda cada vez más amplia, donde los grupos radicales ya piden la cabeza del propio rector.

En la Cámara de Diputados, los más duros han insistido, encabezados por Dolores Padierna y Alfonso Ramírez Cuéllar, que la acción prioritaria del nuevo Congreso es tirar la Reforma Educativa. La pregunta es si, de paso y en el mismo paquete, el objetivo es tirar también al rector Graue.

UNO PARA EL OTRO

Diego Armando Maradona llega a México como técnico de un equipo de segunda división que está penúltimo en la tabla, los Dorados de Sinaloa. Acababa de ser declarado presidente honorario del Dínamo Brest, de Bielorrusia, una posición que, dice, conservará mientras cumple sus funciones en Culiacán. Su condición para aceptar el cargo, además de un salario libre de 150 mil dólares mensuales, fue tener una casa, exactamente, igual a la que tenía en Dubai y, si logra el ascenso de Dorados, poder entrenar a los Xolos de Tijuana. Tanto los Dorados, como los Xolos, son propiedad del controvertido empresario y político tijuanense Jorge Hank Rhon, quien personalmente contactó a Diego. ¿Qué puede salir mal en una sociedad entre Maradona y Jorge Hank Rhon?

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