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Trump: aranceles, deportaciones, drogas

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

No nos engañemos, más allá de que el presidente López Obrador le ofrezca casi cotidianamente amor y paz a Donald Trump, la agenda del presidente estadunidense, de aquí a las elecciones de noviembre del 2020, estará plena de provocaciones y amenazas contra México.

La más evidente es que en 45 días revisará el tema migratorio para ver si aplica más aranceles, pero, por lo pronto, ya los aplicó esta semana al acero mexicano y desde el viernes comenzó el operativo con el que piensa deportar un millón de mexicanos en los próximos días: serán redadas masivas, en las grandes ciudades, que generarán un daño social incalculable, añadido al hecho de que nuestro país no está en condiciones de recibir, en su frontera norte, tal flujo de deportados, al mismo tiempo que se acumulan miles de refugiados de otros países. Se avecinan desafíos gravísimos en la frontera.

Pero no es solamente el tema de los aranceles y la migración. Como ya hemos dicho muchas veces, se debe poner atención al tema de las drogas. El Chapo Guzmán recibirá, el próximo miércoles 17 de julio, su sentencia, que se adelanta que seguramente será de por vida, pero el Departamento de Justicia se adelantó a reclamar al jefe del cártel de Sinaloa 12 mil 500 millones de dólares, que serían el monto de las utilidades obtenidas producto del tráfico de drogas en la Unión Americana.

Paradójicamente, las autoridades de Estados Unidos no han podido incautar, al día de hoy, un solo dólar, una sola cuenta perteneciente al Chapo Guzmán. Y es que por más que el capo tuviera sin duda dinero y recursos para gastar a manos llenas, un cártel como el de Sinaloa es una empresa transnacional, con operadores financieros sofisticados. Era ridículo (en realidad era una operación propagandística acordada con la DEA) cuando Forbes colocaba al Chapo como uno de los multimillonarios mundiales con una fortuna calculada en mil millones de dólares.

Hace ya muchos años, cuando Bill Clinton era presidente y el general Barry McCaffrey, el zar antidrogas de Estados Unidos, pude realizar una larga entrevista con el general y, entre muchas otras cosas, hablamos del dinero del narcotráfico. McCaffrey me decía que las ganancias anuales del narcotráfico eran, entonces, de unos seis mil millones de dólares anuales y que, de esos recursos, el 90% se quedaba en el sistema financiero de Estados Unidos, porque no había forma de canalizarlo en otros negocios, mucho menos de regresarlo íntegro a México o Colombia.

Años después, durante una visita a Colombia con funcionarios del Departamento de Estado de la Unión Americana, en torno a la implementación del Plan Colombia, estos afirmaban lo mismo: regresar esas enormes cantidades de dinero que se generan en el tráfico dentro de la Unión Americana es casi imposible, simplemente por el volumen: comparemos el espacio que puede ocupar una tonelada de cocaína, por ejemplo, con los millones de dólares que se generan de su venta al menudeo (dinero recogido generalmente en billetes menores). Ni pensarlo con unos gramos de fentanilo respecto a los miles de dólares que cuesta comprar un gramo puro puesto en Estados Unidos. Por eso no encuentran las cuentas del Chapo ni de la mayoría de los narcotraficantes mexicanos o de otros países, porque esos recursos son parte, rigurosamente lavados y no precisamente por algún campesino sinaloense, del sistema financiero estadunidense.

Pero lo alto de la cifra, sumado a una declaración del departamento de Justicia de Estados Unidos donde asegura que ha sido por las laxas leyes mexicanas que los narcotraficantes pudieron repatriar esos recursos, debe ponernos en alerta sobre este tema. Ya Trump dijo que pagaríamos, de una u otra forma, el muro (y con la política fronteriza de alguna forma lo estamos haciendo) y puede decir que impondrá sanciones o nuevos aranceles para recuperar ese dinero que, supuestamente, se robó El Chapo y se invirtió en México. Cobrarlo a la mala. Todos saben que no es así, pero para la campaña electoral será un gran instrumento de propaganda y una forma más de presionar a México. Por lo pronto, como ya lo habíamos adelantado hace algunas semanas, comenzaron las quejas, ciertas, de que la administración Trump no tiene interlocutores en México en la lucha antidrogas y están cada día más preocupados por ello.

Hay mucho más, pero de aquí a noviembre del 2020 se ha abierto la temporada de caza del gobierno de Trump contra México. Seremos, junto con China, el tema de su campaña.

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