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T-MEC y García Luna, lo mejor y lo peor

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

                Para mi hija Ana, uno de mis
                grandes motivos de orgullo

 La firma del T-MEC es, sin duda, una muy buena noticia por todo lo que ello implica. No hay instrumento más liberal, o neoliberal, si se lo quiere calificar así, que el mayor tratado de libre comercio vigente en el mundo; ampliado, mejorado y llevado a otros terrenos, incluso lejos de lo estrictamente comercial, respecto al TLC firmado en 1993, y que tan buenos resultados ha dado para el país.

Hoy México sería otro país, mucho peor, sin aquel tratado: la apertura no fue sólo comercial, sino también política y social. Y, estoy seguro, cambiará todavía más con la firma del T-MEC. Mucho se ha dicho, él mismo lo ha expresado en innumerables ocasiones: que el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere acabar con el régimen político y económico que imperó en los últimos 30 años. Pero la realidad siempre se impone. Y el presidente López Obrador parece ser consciente de que no puede correr contra la realidad ni en contra de los principales intereses del país.

México no es, únicamente, una economía abierta, sino que está inscripta en un bloque que, además de geográfico, es también político, social y económico: el de América del Norte. Eso no le quita ni le agrega nada a la relación que podamos tener con cualquier otro país. Pero hay que asumir que esa pertenencia tan profunda que tenemos con Estados Unidos y Canadá, determina políticas, alianzas y exigencias comunes.

Este nuevo tratado es mucho más integrador que el pasado. El TLC era un gran acuerdo comercial que trascendió a muchos otros ámbitos. Pero el T-MEC, con sus cláusulas laborales, ambientales, de derechos de propiedad, de medicinas y de muchos otros capítulos, prácticamente obliga a una integración regional que, necesariamente, irá avanzando en muchos ámbitos. Un ejemplo claro es la energía. En el T-MEC existe un capítulo energético que no tenía el Tratado de Libre Comercio: la idea que subyace en él es terminar conformando una suerte de mercado común energético para América del Norte. Resultará inevitable proseguir, una vez firmado el T-MEC, con el proceso de apertura y coinversión en el terreno energético, uno de los temas de debate interno en el propio gobierno federal. Y esa es una muy buena noticia porque, no nos engañemos, la verdadera palanca de crecimiento y desarrollo está en el sector energético, con capacidad, incluso, para impulsar a todos los demás.

El tema laboral es trascendente: los demócratas y los sindicatos estadunidenses lograron sacar adelante no sólo la reforma laboral en nuestro país (que ya que estaba en la agenda de López Obrador), sino también la construcción de mecanismos de control que certifiquen que esas reformas se cumplan, una vigilancia que no estará a cargo, como pedían los sindicatos estadunidenses, por inspectores de sus propias agencias, sino por paneles trilaterales que verificarán el cumplimiento de las mismas.

El T-MEC es una buena noticia –en un buen momento– que ayudará a la economía, pero también ayudará a impulsar, más allá de las diferencias ideológicas y políticas, una lógica integradora con América del Norte que dará seguridad jurídica e incentivos a la inversión y el crecimiento.


 García Luna

Desconcierta profundamente la detención de Genaro García Luna en Estados Unidos. Se toma una medida extrema contra el exsecretario de Seguridad Pública por presuntos nexos con el Cártel de Sinaloa, a partir de las acusaciones sin pruebas de dos narcotraficantes, Jesús El Rey Zambada, hermano del jefe de esa organización criminal, Ismael El mayo Zambada, y Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, ligado al grupo de los Beltrán Leyva.

El exfuncionario, con estrechos lazos con los más diversos estamentos de la seguridad y la inteligencia estadunidense, es un hombre controvertido que hizo amigos y enemigos, que tuvo aciertos y errores, pero que en el combate a la delincuencia y la construcción de la Policía Federal tuvo un rol protagónico.

Se puede o no estar de acuerdo con la estrategia de seguridad implementada en aquellos años, pero no en la voluntad de lucha contra los grupos criminales.

Todos los cárteles recibieron fuertes golpes durante la gestión de García Luna, incluyendo sus ahora acusadores: tanto Jesús Zambada como Édgar Valdez fueron capturados por García Luna. Que ellos sean sus acusadores simplemente quita legitimidad a sus dichos, más aun cuando no parece existir prueba documental alguna más allá de sus dichos.

El tema está en manos de la justicia estadunidense y se le debe exigir que actúe con responsabilidad y rapidez.

Muchos, en los ámbitos de seguridad e inteligencia mexicanos y estadunidenses están más que sorprendidos con esta detención.

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