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Los fantasmas de Caro Quintero

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

No me imagino de qué manera podría negarse México a extraditar a Estados Unidos a Rafael Caro Quintero. Ayer un juez detuvo provisionalmente esa extradición, pero, ya en varias oportunidades anteriores, los abogados de quien fuera el jefe del Cártel de Guadalajara habían presentado solicitudes de amparo para evitar que se aprobara la solicitud de extradición y, en todos los casos, habían sido rechazadas. El argumento de que, como ya había sido juzgado por el caso Camarena en nuestro país, impedía que fuera procesado por el mismo caso en la Unión Americana, se topaba con el hecho de que Caro Quintero tiene abiertos ocho procesos diferentes en ese país, los últimos relacionados con su más reciente actividad al frente de lo que se ha dado en llamar el Cártel de Caborca.

Pero la decisión de extraditar o no a Caro Quintero será esencialmente política. En caso de ser extraditado, el responsable de la tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena sería procesado en la misma Corte de Nueva York donde se juzgó a Joaquín El Chapo Guzmán y donde en octubre comenzará el proceso contra Genaro García Luna. Allí también se juzgó al hermano del presidente saliente de Honduras y ahí se juzgará al propio mandatario, Juan Orlando Hernández, acusados ambos de narcotráfico y de haber recibido sobornos del Cártel de Sinaloa.

En el caso de Caro Quintero habría, desde el terreno político, tres grandes vertientes: primero y principal, la del caso Camarena y todo lo relacionado con el Irán-Contras, el mecanismo de intercambio de armas por cocaína, las primeras para aprovisionar a la contra nicaragüense desde Honduras, y la droga que enviaba como contraparte el Cártel de Medellín de Pablo Escobar, que el Cártel de Guadalajara recibía en Honduras de manos del intermediario, Juan Matta Ballesteros, y era trasladada a México, desde donde se traficaba a Estados Unidos, con el visto bueno de agencias de seguridad estadunidense.

En toda esta amplísima vertiente, pueden aparecer muchos nombres relacionados con la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, pero en el terreno político, el más sensible sigue siendo el de Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación, bajo cuyo mando estaba la DFS, y ahora director de la Comisión Federal de Seguridad. La DEA siempre ha querido sentar a declarar a Bartlett sobre el tema. En su versión de los hechos, Bartlett, junto con el general Arévalo Gardoqui y otros funcionarios, estuvo en la casa de Rubén Zuno Arce, cuñado del expresidente Echeverría, al mismo tiempo, en que era torturado Camarena. Hemos dicho muchas veces que esa tesis, la de la casa, es inverosímil, pero eso no quitará el tema de la agenda de la DEA. Más aún porque el único político en activo de esa época sería Bartlett.

El otro tema de esa vertiente es la del Ejército. En el secuestro y asesinato de Camarena, la DEA siempre ha insistido en la participación de mandos militares y, en particular, del entonces secretario de la Defensa, el general Juan Arévalo Gardoqui. Nunca se pudieron comprobar esas acusaciones e, incluso, el general, fallecido en 2000, fue defendido, en su momento, por los altos mandos del ejército estadunidense. Pero la distancia entre la DEA y el Ejército se ha mantenido desde entonces. De darse un juicio contra Caro Quintero en Nueva York, todos esos temas se reactivarán.

Hay otra vertiente que sería abordada: ¿cómo consiguió salir de la cárcel Caro Quintero en 2013? Su liberación sorprendió a todos, por lo menos eso se supone, porque un tribunal incomprensiblemente decidió que había fallas al debido proceso, porque Caro fue procesado en el ámbito federal y tendría que haber sido en el local, considerando el de Camarena un homicidio común, porque no tenía, al momento de ser asesinado, ningún cargo diplomático. Ordenada la liberación, en minutos se procesó la libertad de Caro Quintero, que salió por la puerta de Puente Grande sin que siquiera se enteraran las fuerzas federales. Sin duda, las complicidades para obtener esa liberación estarán a la orden del día.

Y la tercera vertiente es muy actual, y es la principal carta para obtener la extradición y pasa por las actividades de Caro Quintero en el llamado Cártel de Caborca, su enfrentamiento con Los Chapitos, incluso hechos relacionados con ese enfrentamiento como el asesinato de los integrantes de la familia LeBaron y, por supuesto, los mecanismos de protección que pudieran existir en el ámbito local o federal.

Todo eso estará sobre la mesa en un hipotético juicio a Caro Quintero en Estados Unidos. Claro, no siempre todo lo que está sobre la mesa llega a juicio. En el caso de El Chapo Guzmán, la agenda fue cuidadosamente recortada, con un pedido explícito de que no se abordara, por ejemplo, todo lo relacionado con el narcotráfico dentro de Estados Unidos. Mucho depende también de que el procesado, en este caso Caro Quintero, decida colaborar o no con las autoridades y de los testigos con los que se pueda contar. Lo cierto es que los fantasmas de los muertos de 1985 podrían resucitar 37 años después en una Corte de Nueva York.

 

 

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