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Cárdenas, los métodos y la oposición

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Platiqué con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas sobre la sucesión presidencial, la de 1940, que fue referida por el presidente López Obrador el pasado 18 de marzo como una suerte de error del presidente Lázaro Cárdenas al haber elegido a Manuel Ávila Camacho en lugar de Francisco J. Múgica, y sobre la sucesión actual. Para López Obrador esa decisión cambió el curso que llevaba la Revolución y dijo que él no cometería el mismo error.

Dice Cárdenas que en nada se parecen ambos procesos sucesorios, que ninguno de los candidatos actuales de Morena serían equivalentes a Múgica y Ávila Camacho, que ningún personaje de hoy se parece a Lázaro Cárdenas, pero, por sobre todas las cosas, insiste en que, en aquella sucesión, los candidatos y el proceso fueron abiertos: Múgica, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, y Ávila Camacho, secretario de la Defensa Nacional, renunciaron a sus cargos un año antes para hacer una suerte de campaña interna y todos los factores de poder ligados al partido les dieron apoyo públicamente.

Ávila Camacho, explica Cárdenas, tuvo muchísimos más apoyos que Múgica, algunos fundamentales, en primer lugar, el Ejército, la mayoría de los gobernadores y legisladores, la CTM y la CNC. No fue un proceso marcado por el tapadismo, sino público. Pero, además, insiste Cárdenas, su padre no se sintió traicionado, mantuvo una intensa amistad, incluso familiar, durante años con ambos aspirantes.

Cuando le pedí que comparara el proceso de 1940 con el actual de los precandidatos de Morena, el ingeniero Cárdenas dijo que no le gusta el método de encuestas para definir a los candidatos, que las encuestas, sin duda, son importantes, pero que es el partido el que debe buscar una forma transparente de elegir, ya sea por el voto de sus militantes o, incluso, el de la ciudadanía en general, pero que debe ser un método transparente, claro para todos.

Para ello, dijo, es necesario que se abandonen cargos públicos y que existan debates reales. Ningún político de todos los que buscan la Presidencia, en el oficialismo y la oposición, dice Cárdenas, han mostrado claramente qué quieren, hacia dónde se quieren dirigir, qué programa se comprometen a cumplir. Eso es lo que deben debatir. Y agrega algo que también es importante: hay que juzgar a los candidatos por lo que hicieron, por su historia, no por lo que dicen que harán.

Debería escuchar Morena al fundador del Frente Democrático Nacional y del PRD, tres veces candidato presidencial y primer jefe de Gobierno de la Ciudad de México. A sus 89 años, el ingeniero Cárdenas es un político lúcido y con una mente ágil y abierta. A algunos, con mala memoria histórica, no les gustará.

 

LA OPOSICIÓN EN SU LABERINTO

No sé, siguiendo lo que me decía Cárdenas, en qué están pensando en la oposición. A un año de las elecciones no han logrado definir siquiera los métodos de selección de candidato presidencial, olvidemos todos los demás, incluyendo los candidatos al estratégico Congreso. Incluso, no queda claro si irán realmente juntos en coalición para el 2024. Por supuesto, mucho dependerá de los resultados del domingo 4 de junio en el Estado de México y en Coahuila, pero no se ve que inmediatamente después de esas elecciones puedan tener claro hacia dónde irán.

Mientras la alianza deshoja margaritas, Movimiento Ciudadano detonó esta semana las posibilidades de un acuerdo con el PRI para el 2024 y lo hizo en el peor momento y de la peor forma: con pintas y consignas y a unos días de las elecciones del Estado de México, donde no tiene candidato y en un momento en que la alianza le pedía que se sumara a ella. Obviamente, no lo hará, porque han declarado que con el PRI no irán “ni a la esquina”.

Se asegura que lo que quiere MC es reiterar la alianza de 2018 que enarboló la candidatura de Ricardo Anaya, con un PRI que optó por José Antonio Meade. Pero parece que también quieren reiterar la guerra cruzada que mantuvieron entonces y que le dio a López Obrador no sólo el triunfo holgado que se esperaba, sino también una ventaja mucho mayor que la de cualquier pronóstico.

Todos se equivocaron: PRI, PAN, PRD y MC no tuvieron visión y dirigencias al nivel de las exigencias electorales. Ahora, si no rectifican, van por el mismo camino. En Movimiento Ciudadano no queda claro qué quieren y para qué, ni siquiera para quién juegan en realidad. En el PRI, Alejandro Moreno, Alito, ratificado en el cargo por el Tribunal Electoral, sueña con su candidatura presidencial (que jamás podría ser producto de una alianza).

La dirigencia del PAN parece haber decidido ya que su candidato será Santiago Creel y, para cerrar ambiciones externas, pusieron una condición poco alcanzable e inútil para quien quiera registrarse: que tenga un millón de firmas que lo respalden (el PAN tiene 300 mil afiliados). La confrontación entre Creel y Lilly Téllez los supera a ambos y se ha convertido en una disputa contra la dirigencia. Marko Cortés y su equipo tendrían que recordar que en 2005 la precandidatura de Creel se frustró en las internas enfrentado con Felipe Calderón, en buena medida porque a la militancia panista no le gustan los tapados. Y después del desastre que fueron la candidatura y la campaña de 2018, no entiendo cómo insisten en el error.

Lo cierto es que, a un año de las elecciones, no sólo no aparecen los candidatos de la oposición, sino que lo que está a debate es la propia alianza opositora. Y, peor aún, como dice Cárdenas, ninguno, ni los aspirantes ni los partidos, dicen qué quieren, qué proponen, más allá de oponerse a Morena (y a veces parece que ni tanto) para la elección.

 

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