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El bono no sustentable

Jorge Camargo

Jorge Camargo

El lanzamiento por el gobierno de México de un bono soberano sustentable orientado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU, por un global de 750 millones de euros para financiar proyectos de sustentabilidad en el país, es una noticia importante.

En México han existido desde 2015 diversos bonos de la misma naturaleza emitidos por gobiernos como el del entonces Distrito Federal, o como la banca de desarrollo (Nacional Financiera), e incluso por diversas empresas, para financiar acciones o programas sustentables, de acuerdo con un recuento de la analista María Guadalupe Cabrera Sánchez, de BBVA.

México se colocaría así como el primer país que como tal emite un bono soberano y, de acuerdo con la propia Secretaría de Hacienda, en el arranque ha tenido una buena recepción de 267 inversionistas globales.

El próximo año estará marcado por una gran incertidumbre en la recaudación impositiva, provocada en mucho por el freno de la economía y la renuencia del gobierno federal de apoyar a los sectores productivos. Entonces ésta parecería una noticia interesante.

No obstante, preocupa la incongruencia del país emisor en cuanto a las últimas decisiones en materia de energías limpias, que pretenderían ser políticas públicas, si no fuera que afortunadamente han sido detenidas por un juez del Poder Judicial de la Federación.

La emisión del bono se produce en dos momentos complejos para México en términos de inversiones y sus preocupantes políticas anticlimáticas. Por un lado, la Unión Europea (UE) camina a paso veloz para convertirse en un territorio neutral en términos de reducción de emisiones contaminantes en 2050, expresadas a través de estrictas normas para los países que la integran, pero que, preponderantemente, obligará a las naciones con las que establece relaciones comerciales.

Según la Comisión Europea éste es el objetivo central del llamado Acuerdo Verde que va en línea con los Acuerdo de París. En su declaración subraya que “todas las partes de la sociedad y los sectores económicos deberán jugar un rol activo”. Y se refiere desde los generadores de energía, hasta la industria, transportes, construcciones, agricultura y actividades forestales.

La UE anuncia que conducirá las inversiones en soluciones tecnológicas, empoderando a los ciudadanos y alineando las acciones en áreas clave como las políticas industriales, financieras y de investigación, en un contexto de garantía de seguridad social para la transición.

Así de entrada, México y su política ambiental no sólo se ve muy chiquito, sino que representa un riesgo, porque el segundo punto es que la UE establecerá criterios mínimos exigibles de sustentabilidad a los países con los cuales se realicen inversiones. Y nuestro país tiene un problema.

Para 2021, propone reducir en 20 mil 615 millones de pesos el presupuesto para la transición energética. Es decir, las energías limpias no serán una prioridad. Nuestra salud y la de nuestros hijos no importan, el país que les dejemos deberá ser reconstruido, también en lo medioambiental.

Hagamos bien el contraste. El uso de energía y combustibles limpios pasará de 29 mil 590 millones de pesos a 8 mil 972 millones.

No es del nada congruente entonces lanzar un bono soberano cuando el gobierno persiste en su intento por prohibir la operación de centrales de energía renovable en el Sistema Eléctrico Nacional, lo que implica mantener a la CFE como empresa monopólica.

El juez Juan Pablo Gómez Fierro, titular del Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa Especializado en Competencia Económica, suspendió definitivamente, en beneficio de Greenpeace, los recientes acuerdos emitidos por la Secretaría de Energía (Sener) y el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace).

Sener y Cenace deben retirar los acuerdos en congruencia con el lanzamiento del bono, que si bien son atractivos por los rendimientos, habrá que ver los reportes sobre las obras o programas sustentables que financiará.

No se puede contaminar el planeta y lanzar un bono cuyo objetivo es lo contrario.

Estados Unidos emitió estímulos para la reconversión de refinerías, a fin de generar biocombustibles por dos razones, la caída del precio de los energéticos y de la refinación.

México aún está en tiempo de repensar la refinería de Dos Bocas, que es un salto al pasado, y cambiar la estrategia de la CFE del uso, increíble escribirlo, de carbón.

Las estimaciones en la demanda de petróleo van a la baja. Y México, con sus políticas agresivas al ambiente, puede perder las mejores inversiones con Europa.

El bono es bueno, pero no nos hace sustentables.

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