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Subestimar la escasez de agua nos puede costar la vida

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

La crisis por la escasez de agua en el mundo sigue alcanzando niveles alarmantes y, aun con los esfuerzos realizados para concientizar a la humanidad sobre el cuidado de este recurso vital, impera la ausencia de acciones efectivas para hacerle frente al problema.

Factores como la sobreexplotación, el mal uso del recurso, el crecimiento demográfico y el cambio climático han agravado la escasez de agua en el mundo, pero mucho tiene que ver también la falta de políticas a escala local, nacional, regional y global, así como de conciencia social, para su cuidado y uso eficiente.

Si bien las sequías agravadas por el cambio climático han sido un factor detonante en la disminución de agua en las presas, los ríos y los mantos acuíferos, la otra parte importante del problema se encuentra en el desperdicio, las malas condiciones de los sistemas hídricos y el uso desmesurado en los procesos agrícolas e industriales.

En lo que respecta a México, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), más del 50% del territorio nacional padece algún grado de sequía, siendo los estados más afectados los del centro y norte del país.

Pero, más allá de las estadísticas, la realidad de la crisis por el agua nos está alcanzado. Un ejemplo claro es Nuevo León, que ha alcanzado niveles de sequía históricos y cuya ciudad capital, Monterrey, enfrenta actualmente un problema de desabasto que comienza a tener un fuerte impacto social. Al inicio, fue el uso racionado del recurso con horas precisas para su abastecimiento, sin embargo, algunas localidades han tenido que pasar semanas sin ver caer una gota de agua en las tuberías de sus hogares. Quienes tienen los recursos para hacerlo han optado, incluso, por la compra de agua embotellada, lo que ha provocado compras de pánico y, con ello, un desabasto en tiendas y supermercados, según los reportes locales.

Cabe señalar que Nuevo León es uno de los estados industriales más fuertes del país, sede de grandes compañías como Ternium México, Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, Vitro, Coca-Cola y Arca Continental, entre otras, las cuales ya también comienzan a sufrir el impacto de la escasez.

Nuevo León es el primer y único estado mexicano declarado en emergencia por la falta de agua, la primera entidad cerca de llegar a su “Día Cero”, que es aquél en que una ciudad o país deja de contar con el agua suficiente para abastecer las necesidades mínimas de sus habitantes, pero muchos otros están cerca de seguirle los pasos. La falta de responsabilidad social y de políticas públicas efectivas nos están conduciendo a escenarios alarmantes y, aun con ello, no logramos despertar.

Es responsabilidad de las autoridades locales y nacionales coordinar esfuerzos en materia de planeación hídrica y reparación de fugas, en el impulso de esquemas para la protección de los mantos acuíferos y alternativas, como el tratamiento y la captación de aguas, pero no podemos evadir la responsabilidad social que como humanidad nos compete. Tenemos que dejar de ver el agua como un recurso abundante, cuyo fin no nos tocará ver, y a su abastecimiento como un servicio barato y disponible. El agua es uno de los eslabones más importantes en el ciclo de la vida y en la supervivencia humana; sin ella, no sería posible la alimentación, el desarrollo económico, la salud y la conservación de la gran mayoría de especies y ecosistemas.

El Día Cero nos alcanza y sus consecuencias también. Subestimar la escasez de agua es un error que nos puede costar la vida, pero hasta que comprendamos que el planeta y sus recursos no son inagotables y no nos pertenecen, dejaremos de ser una amenaza como humanidad.

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