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Home office permanente, es tiempo de dar el paso

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

Desde que comenzó la cuarentena por el covid-19, muchas personas se fueron a sus hogares con herramientas y computadora en mano e hicieron de ellos su nuevo espacio de trabajo. Este hecho, que se dio de manera improvisada y obligada por la pandemia, abrió el camino para la posible transición hacia un “nuevo” modelo de trabajo: el home office.

Entrecomillo “nuevo” porque en algunos países del mundo el home office o trabajo desde casa ya era una realidad antes de este contexto. Visto como una forma de mejorar la productividad en las empresas, ahorrar en renta de oficinas, mobiliario y otras cuestiones innecesarias, terminar con las ausencias laborales e incluso lidiar con menos problemas entre empleados, las empresas han ido adoptando este modelo como una forma de tener trabajadores más contentos y, en consecuencia, empleados más productivos.

Siemens es una de ellas, acaba de anunciar home office de dos o tres días a la semana, para más de 100 mil de sus empleados. La empresa asegura que este modelo laboral le ha dado grandes ventajas, incluso muchas más de las que hubiera podido imaginar.

En cuanto a los países que buscan aplicarlo de manera permanente, España es un gran ejemplo. Ahí, el proyecto de ley establece esta modalidad de trabajo de manera voluntaria para el trabajador, con la opción de migrar de un modo a otro (a distancia, presencial o mixto) con previo acuerdo con su empleador; el patrón está obligado a proporcionar al trabajador los medios necesarios para trabajar, incluyendo equipo e internet; el trabajador tiene derecho a desconectarse al 100% fuera de su horario de trabajo, y cuestiones inesperadas, como un corte de luz o la pérdida de la señal de internet, no generan ninguna penalización por parte del patrón hacia el trabajador; entre otras cosas.

En Argentina pasa algo muy similar. Ahí, la ley ya se aprobó y establece que, además de proporcionar el equipo necesario, el patrón debe pagar por el soporte y mantenimiento del equipo, la conexión a internet e incluso el servicio de energía eléctrica que consuma el empleado. También, que el paso de modalidad presencial a teletrabajo debe ser por una decisión voluntaria del empleado y podrá ser revocada por él mismo “en cualquier momento” e, igualmente, incorpora el concepto de “derecho a la desconexión digital”.

En el caso de México, más allá de lo útil que ha resultado la modalidad de trabajo a distancia en el contexto del confinamiento, es momento de considerar esta alternativa como algo permanente y empezar a trazar la ruta hacia su fomento y regulación, pues, aunque ya hay en manos del Congreso algunas propuestas para establecerlo, los esfuerzos se han quedado cortos.

El Partido Verde ha sido uno de los principales impulsores del home office y quienes hemos sido promotores de este esquema laboral consideramos que necesita una legislación robusta que lo respalde, en la cual se establezca, además de los conceptos de trabajo a distancia o en casa, de manera clara y puntual también se dispongan los derechos y las obligaciones que deberán tener tanto empleadores como empleados. Y en ello seguiremos insistiendo.

Es momento de avanzar, de abandonar la vieja idea de que, a mayor tiempo en oficina, mayor productividad. Debemos considerar que la lealtad y el entusiasmo de un empleado tienen mucho que ver con el buen trato y la oportunidad de tener mejor calidad de vida, jamás mediante el sometimiento y la explotación.

La cuarentena ya sentó las bases para ello, ya comprobó que, en muchos casos, el home office es posible y viable y ahora sólo resta que quienes están a cargo de hacer las leyes mexicanas se atrevan a dar el paso hacia su regulación.

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