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México: la rapiña por el oxígeno

Ivonne Melgar

Ivonne Melgar

Retrovisor

Hasta anoche, en las horas más negras de la pandemia, la Secretaría de Salud reaccionó ante la rapiña por los tanques de oxígeno.

Porque en el país donde la espera por una recarga tarda hasta ocho horas, el paquidermo ha seguido bostezando.

Sin embargo, este viernes, por fin, la Secretaría de Salud se hizo cargo de la asfixia que padecen miles y pidió a las empresas del ramo darle prioridad a la producción del oxígeno medicinal.

Pero, ¿basta con ese llamado? Necesitamos de un programa de emergencia para que los gobiernos estatales adquieran compresores de oxígeno que permitan atender a los enfermos que se recuperan en sus casas.

Salomón Chertorivski, exsecretario de Salud, ha sugerido compras masivas para garantizar la disponibilidad de este insumo, que seguirá siendo indispensable para muchos mexicanos en los próximos meses.

¿Dónde está el plan de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) para habilitar el registro de los compresores? ¿Acaso ahí también aplica la etiqueta de ciencia neoliberal y el Conacyt no tiene nada qué aportar?

Pero de Cofepris sólo sabemos cuando diputados y senadores le piden que, por favor, sea tan amable de hacer su trabajo y examine la viabilidad del uso de medicamentos y alternativas que puedan servir en el tratamiento por covid-19. Y se aplique, ahora sí en serio, para la eventual aprobación de vacunas contra el virus.

Vaya paradoja: el gobierno que más se ocupa de los órganos reguladores es ciego y omiso con la Cofepris, a cargo desde agosto del subsecretario Hugo López-Gatell. Porque el proyecto gubernamental con más arrastre popular del México contemporáneo ha estado más ocupado en monopolizar la esperanza de la vacuna en un spot electoral que en democratizar la posibilidad de seguir respirando. Veremos si el acuerdo publicado anoche se convierte en hechos.

Y no es, sin embargo, un caso de pasmo aislado de esta administración que denunció que las farmacéuticas hacían mezquinos negocios a costa del erario. Porque a dos años de haber destruido la cadena de suministros de la salud, sigue sin resolver el desabasto.

Ayer, en estas páginas, nuestro colega Francisco Garfias compartió una revelación de terror de Juan de Villafranca, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (Amelaf), sobre el fracaso que ha sido el encargo de la compra consolidada de medicinas a la UNOPS, organismo de Naciones Unidas, con cinco meses de retraso en el proceso, lo que augura más desabasto en puerta.

Esto significa que la reforma legislativa para permitir compras de medicamentos en el extranjero, hace medio año, con el alegato de que así se iba a superar el problema, todavía no se traduce en resultados.

Fueron cambios que, en su momento, abonaron en la popularidad presidencial y alimentaron la retórica de Morena sobre el tiradero que les dejaron las administraciones anteriores.

Y ese es el tema de fondo de esta crisis sanitaria: la ineficiencia del gobierno en la materialización de objetivos justos. Excelente propaganda y malos resultados.

Por supuesto que ésta es una sociedad a la que le urge más Estado y menos mercado. Pero lo que ahora sabemos es que la concentración del poder en un presidente de la República no se traduce en eficacia de las políticas públicas.

¿Cómo contradecir el discurso oficial de que hemos carecido de la garantía de servicios de salud de calidad? El punto es que hoy estamos comprobando que ni el combate a la corrupción en las compras del sector salud ni los loables propósitos del Insabi ni la eliminación de los fideicomisos ni el recorte presupuestal a los estados ni la austeridad son garantía de un mejor gobierno.

Y aunque la escasez mundial de las vacunas covid impide dimensionar aún si el canciller Marcelo Ebrard ha sido exitoso en la tarea de conseguirlas, algo debió estar saliendo mal para que el presidente López Obrador aceptara que también los gobernadores y la iniciativa privada pueden ser compradores en el creciente mercado de la inmunización.

En la larga espera de que el plan de vacunación deje de ser un spot de Morena, la rapiña hace de las suyas en el mercado negro del oxígeno, en el plan gubernamental de vacunación con inocultables afanes proselitistas y hasta en la tardanza de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) para probar si Infra, CryoInfra y Praxair incurren en prácticas monopólicas, empresas que en la pandemia, como lo señaló esta semana el diputado Alfonso Ramírez Cuéllar (Morena), han acumulado ganancias por más de mil 777 millones de pesos con la venta de oxígeno al IMSS, ISSSTE, Sedena y Secretaría de Salud.

Pero rapiña también es este afán de Morena de colgarse de la desgracia para hacer campaña electoral, al grado de simular que habían cedido sus tiempos en radio y televisión para atender la emergencia.

 

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