Y tú ¿a cuántos Rubiales conoces?

¿Qué harán los hombres cuando están enojados?

Por Marisol Escárcega*

Cuando era estudiante en el CCH Oriente tenía un profesor de Biología que acostumbraba saludar a sus alumnas con un beso, no de mejilla, sino rozando los labios de las estudiantes. Entonces no había colectivas a las que pudiéramos acudir para acusar al maestro de acoso ni pensar en ir al departamento de Jurídico, así que lo único que se nos ocurrió fue esquivarlo o estar en bolita, nunca solas. Un día, cansada de esta situación, una compañera le reclamó al profesor, quien le respondió cínicamente: “¡Es sólo un beso!”.

Por supuesto que no es así.

El beso no consentido que Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Futbol, le dio a la jugadora Jenni Hermoso, luego de que La Roja ganara la Copa Mundial Femenina, nos ha dejado con una soberana rabia, porque esta actitud de “pedir perdón antes que permiso (consentimiento)” es más cotidiana de lo que se cree. Podría asegurar que todas hemos pasado o, al menos, sabemos una historia así.

“Cuántos Rubiales conocemos?”, nos preguntó una amiga activista. Es verdad, ¿cuántos hombres hemos conocido en nuestra vida que hacen exactamente lo mismo, cuántos tíos, cuántos primos, cuántos abuelos, cuántos padres, cuántos amigos, cuántos compañeros de trabajo, cuántos profesores, cuántos jefes... que, empujados por la euforia creen que está bien besar a una mujer, conocida o no, sólo porque a ellos se les antoja?

¿Cuántos hombres, con la excusa de querer pasar, tocan la cintura, espalda, incluso la cadera de una mujer?

La agresión que sufrió Jenni Hermoso no es cosa menor, pese a que el Tribunal Administrativo de Deporte (TAD) consideró que era una “falta grave”, pero no “muy grave”, lo que impide que el Consejo Superior de Deportes (CSD) lo suspenda como presidente de la Federación Española de Futbol como lo ordenó la FIFA.

Y no es que las mujeres le rindamos pleitesía al “falso feminismo”, como se escudó Rubiales cuando catalogó a quienes apoyaron a la futbolista española como una “gran lacra” para el mundo, no, lo que sucede es que los tocamientos no deseados son el pan nuestro de cada día.

Los vivimos en el transporte público, en las calles, en las escuelas, en los trabajos, prácticamente en cualquier lugar, hasta en la relación de pareja sucede y eso que existe un consentimiento implícito, pero eso no significa que nosotras también lo deseamos.

Al recordar la imagen de ese “pico” (beso) vienen a mi memoria diversos hombres de alto rango que también abusaron de su poder para besar o tocar a menores de edad y a mujeres sin su consentimiento. De hecho, en marzo pasado también se discutía la polémica petición del Dalái Lama a un niño para que le chupara su lengua, sin olvidar a los sacerdotes que han hecho exactamente lo mismo, ¿ya ven cómo esta actitud es más frecuente de lo que se cree?

Hay que ser muy claro, un beso o tocamiento no deseado puede terminar en algo peor, como una violación, incluso la muerte. Si estando eufóricos dan besos robados o nalgadas, ¿qué harán los hombres cuando están enojados? Yo se los digo: asesinan.

Lo más increíble es que en pleno 2023 tengamos que explicar lo que es el consentimiento, pero es mucho más lamentable que no hablemos de deseo.

A las mujeres se nos sigue viendo como seres que consienten, que aceptan, que permiten, que toleran, que ceden y no como personas que desean y, bajo esa óptica, tenemos todo el derecho del mundo a decir que NO en cualquier momento, incluso, si unos minutos antes dijimos que sí.

¡No nos toquen! ¡Basta!

                * marisol.escarcega@gimm.com.mx

Temas: