Por la mujer, más allá del empoderamiento, libertad y plenitud

Por Paulina Amozurrutia Navarro* Estamos viviendo una época en la que las mujeres deben sentirse empoderadas, luchar por ser mejor que los hombres y destacar.Ha habido mujeres valientes que luchan por nuestros derechos básicos. El discurso feminista se perdió en el ...

Por Paulina Amozurrutia Navarro*

 

Estamos viviendo una época en la que las mujeres deben sentirse empoderadas, luchar por ser mejor que los hombres y destacar.

Ha habido mujeres valientes que luchan por nuestros derechos básicos. El discurso feminista se perdió en el camino. Debe mencionarse la valentía y acompañamiento hacia las mujeres en injusticias como la explotación, violencia y otras causas, pero, al radicalizarse, encontraron el perfecto enemigo que en realidad tenía que ser con quien trabajar en conjunto: el hombre.

Los estudios hablan de que la mayoría de las mujeres no se sienten representadas por el movimiento feminista, pero ven la necesidad de un movimiento que ayude a mejorar la realidad de la mujer. El feminismo y persecución del empoderamiento no se entienden hoy ni en el discurso ni en los hechos. La mujer tiene por dignidad humana los mismos derechos que el hombre, no menos, pero tampoco más.

En nuestro país tenemos el triste primer lugar en pornografía infantil y tercer lugar de violencia sexual infantil, provocando que la dignidad de las personas sea pisoteada hasta lo más hondo. La pornografía ha llegado a siete de cada 10 mexicanos y esto impulsa una industria que tiene como materia prima la trata de personas, en especial de las niñas, niños y mujeres, quienes son despojados de su dignidad humana.

¿Hay una esperanza?

El descuido de la familia y sus valores ha corrompido a la sociedad. La familia no es perfecta, pero debe ser funcional y es indispensable para una sociedad saludable, ya que es el único lugar donde se da el amor incondicional, se desarrolla y protege al ser humano y donde, ante los embates de la vida, la persona puede regresar a curar sus heridas y volver a luchar.

Es cierto que de ella emanó el machismo, pero no se extirpa un órgano por estar enfermo, se busca su curación porque de su buen funcionamiento depende la superveniencia del ser.

La primordialidad a la vida laboral ha dejado niños solitarios. Se está cayendo en un “juego individual” en el que cada cabeza lucha por sus sueños. Deberíamos estar mirando al pasado donde existían comunidades que se apoyaban mutuamente generando redes de apoyo y esfuerzos compartidos, donde las tareas compartidas hacían la carga más liviana.

Hoy es indispensable la denuncia, la generación de vertebración social, el desarrollo de políticas públicas y solidaridad entre ciudadanos para visibilizar los problemas de nuestro país y comprender que el cambio está en cada uno de los ciudadanos.

 

*Activista social en favor de la mujer y grupos vulnerables. Formadora de liderazgos y directora de las organizaciones Unión Mujer, Seamos Héroes y

Educación con Rumbo.

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