Más sororidad ante la violencia verbal

¿Acaso los insultos no son como un golpe?

Por Rosalía Zeferino Salgado

Las he visto marchar el 8 de marzo, unidas, el Día Internacional de la Mujer; el 25 de noviembre y cualquier otro día que sea necesario para demandar y exigir justicia, igualdad, el cese de los feminicidios, la violencia machista, el acoso callejero, el laboral, las desapariciones y para visibilizar la lucha feminista, entre otros puntos.

Las he visto luchando, gritando, llorando para que se respete su derecho a la vida, a vivir una vida libre de violencia, a participar en la política, a decidir sobre su cuerpo, a tener un trabajo digno, para no ser revictimizadas, por las canciones machistas, en fin, por todo lo que históricamente se les ha negado y por todas las acciones que entre dichos y hechos violentan a las mujeres.

Sin embargo, desde el 25 de abril, día en que inició el plantón afuera de la Suprema Corte, hemos sido testigos de una serie de expresiones que han estado violentando a la primera mujer en ocupar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,  la ministra Norma Lucía Piña Hernández, hecho que no me explico por qué no ha llamado la atención de los grandes colectivos de mujeres para alzar la voz para que estas acciones cesen.

Lo hacen a unos metros de la oficina de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien ha dicho: “Me reconozco como feminista… no podemos aceptar la violencia de ningún tipo… siempre vamos estar de lado de las víctimas, de las mujeres violentadas…es obligación de todo gobierno la protección de las personas independientes de sus creencias… tampoco podemos justificar la agresión de una persona otra, de una mujer a una mujer”.

También a unos cuantos metros de donde vive Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente de México, quien expresó, al ser quemada una figura que representaba a la ministra, “apoyo a todas las mujeres de la política ante la vejación a sus personas o imagen”.

Entonces, ¿por qué está pasando esto? Hay una frase que ya es parte de la lucha feminista y que fue lema de una campaña que decía: “El que golpea a una nos golpea a todas”, en este caso debería ser: “El o la que ofende e insulta a una, nos ofende e insulta a todas”.

Son pocas las voces que se han alzado en torno a esto, ¿dónde está la sororidad en torno a la mujer que en su primer discurso como presidenta de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura Federal manifestó que al estar ahí, representa a todas las mujeres que han luchado por cambiar las cosas, enfatizando: “Trabajaremos, nos esforzaremos todos los días por una sociedad más justa, más igualitaria, sin violencia contra las mujeres…”.

¿Acaso los insultos no son como un golpe?

Los especialistas en el tema han dicho que una ofensa verbal, quizás no deja rastros de golpes en el cuerpo como moretones, cortaduras, quemaduras, pero producen consecuencias graves en el plano emocional y psicológico.

Hacia la ministra Piña Hernández hemos escuchado de todo tipo de ofensas de hombres y mujeres, que es necesario que paren, porque estamos presenciando uno de los episodios más tristes de la violencia contra la mujer, porque se trata de uno de los actos que más hemos normalizado y que muchos de los episodios más violentos que han vivido las mujeres han iniciado de esta manera.

Por ella y por todas las mujeres que viven violencia verbal mostremos hoy y siempre más sororidad.

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zeferinorosaliana@gmail.com

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