Por Marisol Escárcega
A todas quienes han decidido sobre su cuerpo, legal o clandestinamente, en casa o en una clínica, en compañía o en completa soledad...
Pese a lo que la mayoría piensa, cuando una mujer decide abortar no es un asunto menor. No toma esa decisión viendo una serie de tv o tomando un café o en un día de compras. Hacerlo le implica estrés, miedo y, sobre todo, culpa.
En nuestro país, el aborto está sancionado en la mayoría de las entidades, salvo en algunas causales, pero en la Ciudad de México, desde el 24 de abril de 2007, la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), sin importar la razón, es un hecho.
Estamos a unos días de que se cumplan 16 años desde que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal despenalizó la interrupción del embarazo hasta la semana 12 de gestación, lo que la convirtió en la primera entidad del país en contar con una legislación de esta envergadura.
Desde entonces, sólo ocho estados más se han sumado a esta iniciativa: Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Baja California, Colima, Sinaloa, Guerrero y Baja California Sur. Tuvieron que pasar 14 años más para que otra entidad aprobara esta legislación.
Cabe señalar que la ILE se regula de manera local, es decir, cada entidad tiene su propia reglamentación sobre este tema y cada Código Penal estatal establece las causales por las que una mujer puede acceder al aborto o si, por el contrario, puede recibir una sanción si se lo practica, esto pese a que en septiembre de 2021 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró inconstitucional la criminalización del aborto, esto es, que ninguna mujer podía ser sancionada por haber interrumpido su embarazo.
Veamos los datos. De acuerdo con la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, desde abril de 2007 hasta diciembre de 2022, 256 mil 665 mujeres se han practicado una ILE, el año en el que hubo más casos fue en 2013, con 20 mil 765. 68.73% eran residentes de la capital; 27.37%, del Estado de México y el resto de las demás entidades.
En cuanto a las edades, 45.48% tenían entre 18 y 24 años; 23.84% de 25 a 29 años, y 13.99% de 30 a 34 años, es decir, la mayoría no eran adolescentes promiscuas, como las mal llaman, sino mujeres adultas e informadas. Cabe destacar que durante ese lapso, hubo mil 802 casos de niñas de entre 11 y 14 años que recurrieron a una ILE. Mil 802 violaciones, diría yo.
Contrario a lo que se cree, 43% tenía la preparatoria terminada; 30%, la secundaria, y 18%, educación superior, sólo uno por ciento no tenía instrucción. 54% eran solteras, 29% en unión libre y 12%, casadas.
Una estadística que llamó mi atención es que 30% de las mujeres se dedicaba al hogar, no como trabajadora doméstica, sino como amas de casa; 29%, empleadas, y 24%, estudiantes.
Por supuesto que este tema genera mucha polémica. Sin embargo, una característica de los abortos es que se critica cruelmente a las mujeres que deciden practicarlo, legalmente o no, y son duramente cuestionadas, incluso por mujeres, como si un embarazo se diera por generación espontánea o por obra y gracia de alguna divinidad; la sociedad excluye de toda responsabilidad a los hombres.
Las mujeres cargan con el estigma de que, al quedar embarazadas, son tontas, ingenuas e irresponsables por haberse dejado (¿?) embarazar, pero si deciden seguir con el embarazo son madres luchonas, y si deciden abortar, también son criticadas. De cualquier manera, la culpa es de nosotras.
Sin embargo, sólo las mujeres debemos decidir si queremos ser madres o no, y si sí, también debemos tener la libertad de decidir cuándo, cómo, con quién y en dónde parir.
Un dato extra, más de 30 mil ILE fueron practicadas en la alcaldía Miguel Hidalgo, una de las demarcaciones con mayor poder adquisitivo. Como ven, no es un asunto que excluya a las mujeres con altos recursos y con mayor instrucción.
