Carga mental, cuando el trabajo en casa es invisible (2)
Por Marisol EscárcegaEn la película Malcolm y Marie, hay una escena en la que Zendaya Marie le reclama a John David Washington Malcolm que en la presentación de su más reciente cinta no la incluyó en sus agradecimientos, palabras más, palabras menos, le dice: “Me ...
Por Marisol Escárcega
En la película Malcolm y Marie, hay una escena en la que Zendaya (Marie) le reclama a John David Washington (Malcolm) que en la presentación de su más reciente cinta no la incluyó en sus agradecimientos, palabras más, palabras menos, le dice: “Me hubiera gustado que reconocieras todo lo que hago por ti, como '¡gracias, Marie, por tener mi ropa limpia y lista para usar', o 'gracias, Marie, por comprar el cereal que como en las mañanas' o 'gracias, Marie, por recoger mis trajes'".
Esta situación seguramente le ha hecho sentido a muchas mujeres, ya que parece que esas acciones no existen a los ojos de los hombres, pues, como describimos la semana pasada, las actividades que hace una mujer en el hogar son invisibles y, por lo tanto, poco valoradas, pese a que la administración de un hogar obliga a las mujeres a no parar nunca, a estar trabajando, aun en los momentos de “descanso”, ya que mentalmente siempre están pensando en lo que falta por hacer.
De acuerdo con un estudio que realizó Procter & Gamble, tres de cada cuatro mujeres tienen carga mental, es más, indica que muchas de las peleas que hay entre las parejas se debe a esas tareas invisibles, pues hay una notoria desigualdad en las labores que desempeñan en casa hombres y mujeres.
Y, es que comprar despensa, bajar la ropa del tendedero, poner la carne a descongelar o sacar la basura son acciones que los hombres sí realizan, sólo si sus parejas se las piden, lo cual provoca que las vean como una especie de coordinadoras del hogar y, por tanto, sólo ellas saben qué falta, qué se debe hacer y cuándo.
El problema con esta “creencia” machista es que los hombres no se dan cuenta que planificar y organizar es un trabajo de tiempo completo, incluso si la mujer también trabaja fuera y regresa a casa a seguir con la llamada doble jornada.
Las mujeres con carga mental siempre están alertas, siempre recuerdan todos los pendientes, y asumen prácticamente esa chamba sin ayuda de nadie. Este trabajo es por demás agotador, estresante, sin remuneración y, encima, invisible.
De ahí que, cuando una mujer le reclama al varón por qué no compró leche, por ejemplo, éste le responda con el clásico: “Es que no me lo pediste”, o si ella se queja de que le duele la espalda por tanto trajín en la casa, el hombre le revira: “Me hubieras pedido que te ayudara”.
Ayudar es una palabra que debería ser borrada del vocabulario de una familia si ésta se refiere a las labores de casa, ya que en el fondo quien nos la dice está negando asumir que los quehaceres domésticos son responsabilidad de tod@s l@s que habitan ahí.
Es como creer que sólo las mujeres sabemos realizar esas labores, como si naciéramos con un gen que de facto nos permite saber que la ropa de color se separa de la blanca o que después de unos días hay que sacar la basura o cuál es el nombre de la maestra del hijo o cómo cambiar pañales.
No, planificar y organizar todas las actividades del hogar no es una cualidad genética, ni un don de las mujeres, lo que pasa es que desde niñas nos condicionan a hacerlo, nos dan muñecas y trastecitos con los que jugamos a hacer la comida, lavar, cuidar...
Dice Procter & Gamble, “vemos a nuestros ejemplos de mujeres, como nuestras madres, tías, abuelas, etcétera, coordinando las tareas domésticas”, así crecemos y cuando tenemos la “suficiente edad” simplemente reproducimos las mismas acciones.
Para cambiar esto, como familia debemos entender que el quehacer en casa es responsabilidad de tod@s, y, de igual forma, las mujeres tenemos que aprender a delegar, es decir, si cierta labor no la realizan como nosotras lo hacemos solemos decir: “Déjalo, yo la hago”. No debe ser así.
La clave para formar nuevas relaciones en casa, más justas y equitativas entre hombres y mujeres, es dejar en claro que género no es destino. Tod@s debemos colaborar al parejo.
