Acoso laboral y sexual… una visión de 40 años
Imagen de la Mujer
Por Ma. Patricia Herrera Gamboa
Derivado de la Ley General de Igualdad entre Mujeres y Hombres, que tiene por objeto regular y garantizar la igualdad de oportunidades y trato entre mujeres y hombres, y el Protocolo para la Prevención, Atención y Sanción del Hostigamiento Sexual y Acoso Sexual, publicado en el Diario Oficial de la Federación en 2020, quiero comentar mi experiencia personal al cumplir 40 años de servicio ininterrumpido en las esferas pública y privada.
Las leyes no existían cuando inicié mi servicio profesional en el servicio público en septiembre de 1979, desde entonces hasta la fecha, he recorrido distintos ámbitos y he presenciado situaciones de discriminación, acoso laboral, acoso sexual, injusticias y actos de abuso de autoridades y funcionarios, o dueños de empresas, a quienes las leyes o los derechos humanos de las mujeres les importan literalmente un comino, operando con absoluta impunidad.
He visto cómo la mujer guapa y de buen cuerpo tiene los mejores puestos y sueldos, en cambio si estás pasada de peso o eres fea, o mal vestida, o de extracción humilde –según los jefes o patrones–, no tendrás las mismas oportunidades, así tengas una maestría o doctorado en Harvard, porque la mayoría de los jefes siguen siendo, en su mayoría, hombres, entonces te tendrás que conformar con el puesto y sueldo que puedas conseguir.
Sin embargo, a lo largo de estos años –gracias a las mujeres–, hemos logrado reconocimiento al trabajo y la defensa de nuestra libertad de hablar, opinar y levantar la mano ante las injusticias, que aún continúan.
Si un jefe te toca la espalda o el hombro, o te roza las piernas, pero no de buena manera, sino con malicia; o hace comentarios –mirándote de arriba a abajo– como “que buena te ves con esos pantalones”, o se burla de tu físico y lo dice entre risitas de “buena onda”; o bien, grita, exige y te trata de forma desagradable, o te ignora y no te da trabajo, o quiere reventarte con trabajos interminables haciéndote sentir inferior e incompetente, ¡te está acosando!
Estas prácticas, tristemente, no han cesado y, por lo general, no tienes más alternativa que renunciar, porque si te atreves a denunciar a un alto funcionario o al poderoso dueño, estarás a un segundo de que te corran sin piedad ni respeto a tu persona, antigüedad o eficiencia, porque no van a permitir que dañes o manches su trayectoria, porque tú eres equis. Pero, ¿no se supone que están las leyes vigentes? ¿Qué hay instituciones como la CNDH, el Instituto Nacional de las Mujeres o la Secretaría de la Función Pública para denunciar? Sí están, pero a veces, es como si no estuvieran.
Lo importante es avanzar y no retroceder, no importa que te corran, ya encontrarás otro trabajo. No deben permitirse más acosos. Me alegra, de alguna manera, que existan estas leyes e instituciones, pero lo único que puedo pedir –creo que todas– es que sean verdaderas, justas y luchen en la defensa de las mujeres y sus derechos laborales, que haya igualdad de puestos y salarios, se tomen en cuenta los años de trabajo, evolución y experiencia, incluso si no se tiene título universitario –no es ninguna garantía– para promoción en cargos superiores, se acaben los favoritismos, o que se esté guapa o fea.
Me retiré del servicio público después de 14 años y regresé, tras casi 15 años en la IP, y no hubo ningún avance, siguen el acoso y el favoritismo y eliminarlos no debe ser sólo una buena intención, sino en verdad hacerlo. Ojalá que así sea.
herrerapat@yahoo.com / @herrera_pat
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