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UACM: los corruptos amagan

Humberto Musacchio

Humberto Musacchio

La República de las letras

Hoy, cuando más de 40% de la educación superior es negocio de particulares, resulta de especial importancia fortalecer las universidades de carácter público, las que, ajustadas al mandato constitucional, han de ser gratuitas y laicas.

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La Universidad Autónoma de la Ciudad de México nació hace 20 años para ofrecer una opción de estudio con significativas particularidades. Por ejemplo, una vez cubierto el bachillerato, a la UACM se ingresa por sorteo, pues es bien sabido que los exámenes de selección tienen un claro sesgo clasista que favorece a los aspirantes de familias con buen nivel educativo y económico.

Otra característica de esta universidad es que su personal docente es de tiempo completo en más del 85% de los casos, pues cada mentor debe ser igualmente investigador en su especialidad (cuando el autor de este artículo visitó la Universidad de Tel Aviv preguntó qué porcentaje de la planta magisterial era de investigadores. La respuesta del decano fue contundente: “Aquí el conocimiento viejo está en la biblioteca”).

La profesionalización de la planta magisterial propicia que cada profesor se dedique a lo suyo y no tenga que desplazarse a otros centros de trabajo ni desempeñar los oficios más peregrinos, como ocurre ahora en otras universidades públicas, donde es abrumadora la proporción de docentes “por horas”.

En fin, que el gran experimento ideado y puesto en práctica por don Manuel Pérez Rocha, primer rector de la UACM, año con año ha ido ganando en resultados, pese a que en varios momentos ha existido cierto desdén de las autoridades, pues se trata de un centro universitario con población que, en su mayoría, proviene de familias pobres.

Hoy, por fortuna, Claudia Sheinbaum, la actual jefa del Gobierno capitalino, ha estado apoyando con toda decisión a esta universidad, creada por Andrés Manuel López Obrador en 2001. La institución cuenta con una rectora, Tania Rodríguez Mora, decidida a elevar el nivel académico y mejorar en todo sentido los resultados del trabajo que realizan profesores y estudiantes.

Aspecto clave de su desempeño es la lucha contra la corrupción, que, bajo otras administraciones, se dejó pasar y fue creciendo hasta convertirse en un cáncer que no resulta fácil extirpar, pues se arraigó ante la indiferencia de quienes debieron combatirla.

Bajo la rectoría de Rodríguez Mora, la abogada general de la institución, Paulina Jaime Muguiro, ha presentado más de 30 denuncias, tanto administrativas como penales, por diversos actos de corrupción, pues en otros rectorados se celebraron contratos para la construcción de bibliotecas, auditorios, laboratorios y otras instalaciones necesarias que se hallan inconclusas o sencillamente no se entregaron, lo que permite suponer contubernio entre quienes adjudicaron las obras y los que debían ejecutarlas.

Otras irregularidades, ya denunciadas, se refieren a la contratación de personal no calificado para las funciones que deben desempeñar, pero con sueldos muy por arriba de lo que señala el tabulador.

Esa labor de saneamiento, que debe interesar a toda la comunidad de la casa de estudios, se ha topado con la resistencia de personas y grupos seguramente involucrados en la corrupción, los que ahora expresan su temor en forma criminal, pues han respondido con una campaña de insultos y amenazas contra la rectora y la abogada general, a quienes exigen que se desistan de las denuncias.

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Mediante llamadas anónimas, día y noche, se hostiga a las citadas funcionarias y a sus familias, lo que incluye a ancianos y menores. Esta misma semana, sobre el auto de la abogada general se arrojó excremento, pese a que, se supone, hay policías comisionados para cuidar a la funcionaria y sus bienes, vigilancia que, al parecer, no se cumple debidamente. Lo que sigue puede ser la agresión física y hasta algún atentado. Hasta ahora no hay detenidos.

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